Capítulo 40

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Dos hombres más estaban parados a cada lado de esas dos puertas enormes y elegantes que daban a entender que había algo o alguien importante detrás de ellas. En este caso, la cabeza de la organización entera de sicarios reconocido como el clan Suwa, y para rematar, ¡también tu maldito suegro! 

Soltaste un suspiro, aclarándote la garganta y poniendo la mejor cara neutral que te podría salir para tratar de esconder el hecho de que tus palmas sudaban de los nervios. 

¿Qué se supone que tienes que hacer cuando visitas a tu suegro por primera vez? Causar una buena impresión, obvio. Pero... ¿¡Qué carajos tienes que hacer para causar una buena impresión!? Quizá ser educada, confiada, pero sin llegar a ser falsa servirá, ¿no? 

Una voz algo profunda y gruñona te sacó de tus pensamientos al instante, estremeciéndote levemente por el repentino tono... ¿qué tipo de tono sería? ¿de desprecio? No lo sabías, pero entendías y lograbas notar que alguien te estaba mirando fijamente, como si quisiera derretirte o algo. 

—¿Y esa?

Levantaste la mirada con una ceja levantada y el ceño ligeramente fruncido, logrando encontrarte con la figura de otro hombre posándose enfrente de la puerta mientras se cruzaba de brazos y hacía una leve mueca de disgusto, sus ojos posados en ti. 

«¿Qué acaso nadie aquí tiene un poco de respeto por la gente nueva?», te preguntaste mentalmente. 

Nori se rió a carcajadas mientras se posaba a un lado del hombre que parecía ser el que vigilaba los alrededores de la puerta y mantenía protegido al señor Suwa detrás de esta. Puso su mano sobre su brazo y sonrió sínicamente, mirándote de arriba a abajo.

—Ay, Adrián...—Murmuró ella mientras negaba con la cabeza.—Tienes que ser más educado con la señorita Suwa—Agregó con una sonrisa más grande que la anterior, resaltando la última parte con gracia. 

Tus ojos se entrecerraron levemente mientras ponías una cara inexpresiva, lamiéndote los labios de vuelta y mirando fijamente al tal Adrián a los ojos. 

—Viene conmigo—Dijo Rei en un intento de interrumpir la pelea tan innecesaria que estaba a punto de desatarse entre ustedes tres por razones tan idiotas. 

—El señor Suwa solo espera a su heredero para charlar algo importante entre los dos—Informó el hombre sin dejar de mirarte. Soltó un bufido y después movió sus ojos a la figura del pelinegro.—Será mejor que ella espere en el salón de invitados hasta que al menos el señor se decida si puede o no entrar—Agregó, y después chasqueó los dedos mientras le daba una rápida mirada a sus compañeros, haciendo una seña. Ellos asintieron y te miraron. 

—Sígame, señorita—Dijo uno con una voz más gentil. Soltaste otro suspiro.

—Bien—Murmuraste antes de seguir detrás de el que te habló antes.—Te veo después, Rei...—Le dijiste a él después de desaparecer de su vista al doblar por un pasillo. 

El hombre te guió por unos cuantos minutos, y pese a que normalmente podrías recorrer kilómetros por tu gran resistencia, esta vez de verdad estabas cansándote, lo cual era algo bastante obvio ya que estabas bastante malherida y todavía era necesario descansar. Sin embargo, no querías molestar ni dar demasiadas preocupaciones a los hombres estos que ya hasta rodaban los ojos solo por hacer su maldito trabajo. 

Suspiraste de nuevo, tus piernas siendo más pesadas de lo normal y casi arrastrando los pies. Tenías bastante fuerza de voluntad como para esforzarte y no hacer tanto ruido o llamar la atención del hombre que estaba en frente tuyo. 

Este mismo, se detuvo frente a una puerta blanca con manija dorada y la abrió, haciéndose a un lado mientras te miraba y te indicaba con la mirada que debías pasar.

Rei Suwa || Buddy DaddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora