Capítulo 3: De Madrid a Nueva York

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Virginia

En cuanto corté la videollamada, tiré mi móvil a la cama y me
fui a la ducha, mi lugar para pensar.

Normalmente, cantaría o bailaría al ritmo de la canción que se estuviese reproduciendo, pero esta vez, solo se escuchaba silencio, o al menos fuera de mi mente, Marta me había
inculcado la idea de las citas por internet, pero con lo insegura que era y el temor que le tenía a todo lo relacionado con Tinder era un no rotundo en mi cabeza.

Con la tranquilidad que me daba una buena ducha caliente, pude pensar, y hacer listas mentales —mis favoritas—. ¿Qué ventajas posee la dichosa aplicación?

Pros:
-Citas rápidas.
-No se involucra al amor.                                                                                                                       -Exclusivamente para la boda. 

Contras:

-Pringados solitarios, como yo —susurré.

Salí de la ducha y únicamente se me rondaba un pensamiento por la cabeza, tan pesado que ni me dejaba trabajar, y como de costumbre, sin no estoy trabajando, estoy en llamada con Marta.
—Marta, tienes razón. —Me doy por vencida.
Marta no dijo ninguna palabra, chilló de la ilusión.

—¿Por dónde empezamos? —le pregunté avergonzada.

—Lo bueno de Tinder es que tú das la primera impresión, escoges que parte de ti ve el chico a través de su pantalla.También tienes que escribir una breve biografía para tu perfil.

—¡Ve más lento que lo estoy apuntando! —le grité desde la
mesa donde estaba escribiendo una lista nueva.

—Ni que fuese esto el instituto —bromeó.

—Vale, escoger fotos y texto. —Escribí rápidamente —. ¿Algo más que deba saber?

—Sí, como ya sabes, el mecanismo de Tinder es muy sencillo, desliza derecha si te parece decente o izquierda si no tiene oportunidad. Y sobre todo, ¡esto no es Disney, nadie es perfecto
en esta aplicación! ¡Ni fuera!

—¿Qué piensas que voy en busca de mi príncipe azul? ¿En
Tinder? —aumenté mi voz —. Ni que estuviese loca.

—Lo siento Miss Perfecta, tu busca a quien te dé la gana y llévalo a la boda de tu ex para darle envidia. —Su tono vengativo se mostró —. Ya has completado la primera fase del
plan... del plan t.

Marta tuvo que irse a trabajar (no era que trabajase por la noche, solo que la chica encontró trabajo en la otra punta del mundo, persiguiendo su sueño de ser pintora en una academia de Nueva York) Unas horas más tarde, cuando estaba a punto de
dormirme, la llamé en su descanso.

—¿Te puedo enseñar algunas de las fotos que tengo en mente
para publicar?

—Claro, enséñamelas.

—Estas. —Giré mi ordenador para enseñárselas. —Son de hace un mes, en mi cumpleaños, cuando estuvimos de vacaciones en Ibiza todo el mes de agosto. Extraño el verano, y fíjate que solo ha pasado un mes desde mi cumpleaños, pero es que estamos a principios de septiembre y me parece una eternidad.

—No me lo recuerdes... Ojalá estar allí de nuevo contigo. Pero las fotos son encantadoras —me complementó —. Te queda bastante bien ese vestido verde, me encanta, combina
fantásticamente con tu pelo pelirrojo.

—¡Lo que si te tengo que recordar es que vuelvas a España!

—Alcé la voz—. Y muchas gracias.

—Pues ahora solo te queda empezar a deslizar. Te dejo que debe
ser supertarde allí —se despidió.

—Buenas noches. —Tiré un beso a la pantalla.

El Plan TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora