Capítulo 16: Nuevos comienzos

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Virginia

Desde que me dejé de preocupar por mi vida a morosa y por las citas y me centré en el trabajo, todo parecía ir mejor, y aunque a
veces me aburría y deseaba poder estar levantando
constantemente el móvil y ver un montón de notificaciones en mi móvil, me gustaba estar tan centrada. Claudia me ha ayudado mucho con todo el tema de Erik.

Quedaban pocos minutos para nuestro descanso para almorzar, así que decidí invitar a Claudia a almorzar al restaurante de la
calle de enfrente.
Una vez nos sentamos, levanté el móvil de la mesa para comprobar que, efectivamente, teníamos tiempo de sobra. Pero también me percaté de otra cosa. Me había llegado una
notificación. Una notificación de Tinder.

—¡Claudia! ¿Adivina de qué aplicación me ha llegado una
notificación? —entoné para que supiese que me refería a Tinder.

—¿Estás de coña? ¿Qué pone? ¿De quién? —se emocionó por
mí.

—Pues he tenido un match con Jaime, un chico del que seguramente me fijé hace un mes cuando solo jugaba a tener citas. ¡Y acabamos de tener un match! Es guapísimo, mira estas fotos, me encanta ese corte que tiene, ¡es rubio! ¡Y tiene ojos verdes!

—¡Qué bien Virginia! Me alegro muchísimo, de verdad.

Nuestra comida llegó, nos la comimos, terminó nuestro descanso y volvimos a la oficina a seguir trabajando. Unas horas más
tarde, Claudia y yo terminamos nuestro turno y me fui para casa.

—¡Marta te juro! Esto tiene que ser obra del destino o algo por
el estilo.
—¡Pues venga! ¿A qué esperas? ¡Háblale! —insistió.

—Pero, no sé, ¿qué le digo? No quiero fastidiarla...

—¿Cómo empezarías una conversación normalmente? Con un
hola, buenas tardes... Un, ¿qué tal? —intentó ayudarme.
—Vale, vale. Le pongo, Hola, ¿qué tal? —Con mucha valentía, me dispuse a darle a enviar, pero algo dentro de mí, sabía que
iba a acabar mal.
—¿Ya lo has enviado?
—No, no puedo, ¿y si es igual que Erik?
—Virginia, darle por favor te lo pido. Dale a enviar. 1,2,3.
Lo envié, y me puse a gritar.
—¡Ya lo he hecho! ¡Ya lo he enviado! —Mi corazón iba a cien
por hora.
—Ya me vas contando, te tengo que dejar. —Tiró un beso a la
pantalla.
—¡Besos! —terminó la llamada e instantáneamente abrí Tinder.

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