Capítulo 33

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Jaime

Y vi como empezó a correr, mi cuerpo no sabía que hacer, si salir corriendo tras ella, o quedarme quito en el sitio. No quería estropear más la situación. Decidí no seguirla. Cada segundo la veía más lejos, cada segundo salían más lágrimas. Cómo podía haber sido ta inútil como parar decirle todos esos comentarios hirientes. ¿En qué te has convertido Jaime? No volví a entrar a la discoteca, no volví al la habitación del hotel. Me quedé allí, tirado en el suelo. Llorando, congelado. Mirando como la gente pasaba a mi lado y se empezaba a reír, con lo payaso que me estaba comportando en ese momento, me lo merecía. Me tumbé en el suelo y comencé a contar estrellas. Sonaba a perdida de tiempo, pero me relajaba, imaginar que cientos de años luz, se encontraba una bola de gas, fuego y otros elementos, que era tan potente que brillaba en el cielo de nuestro planeta, no sé, me resultaba fascinante. Aunque mi vocación y sueño siempre había sido ser escritor, me apasionaba la ciencia, sobre todo la astronomía. Me quedé dormido, se me pasó el tiempo y me desperté de sopetón. Miré la hora, cuatro de la madrugada, me dirigí corriendo al hotel. Virginia no tenía llave, ¿y si se había quedado afuera esperando en la puerta? Llegué lo más rápido que pude, pero ella no estaba. Decidí ducharme, y meterme en la cama, aunque no tenía sueño. Justo antes de apagar el móvil y cerrar los ojos, escuché a alguien llorar. Escuché a Virginia

llorar, abrí la puerta corriendo.

—Virginia. —Mi voz ronca, pero gastada intentó pronunciar ese nombre, su nombre, ese que me dio tantas alegrías y buenos

momentos, pero ahora es una bomba nuclear.

Ella no dijo nada, tenía los ojos inflamados, seguramente de tanto llorar. No dijo nada, solo entró. Seguía enfadada conmigo, y tenía todo el derecho. No pude dormir en toda la noche, sentí como Virginia se había dormido en el otro filo de la cama, y eso me aterraba. No quería dormirme para no tener que despertarme. Tenía miedo de que al abrir los ojos, ella no estuviese. ¿Cómo fui capaz de dejar pasar algo así? Me quedé despierto casi toda la noche pero caí rendido sobre las cinco. Cunado me desperté sobre

las doce del mediodía, ella no estaba.

Decidí quedarme en la cama, con las sábanas a los pies y el sol directamente dándome en la cara, ya que coincidía con la gran cristalera del balcón. Estaba tan a gusto que me dormí de nuevo, hasta que Virginia apareció en la habitación de nuevo. Pero una vez más, no nos dirigimos la palabra, solo me dejó la tarjeta de

la habitación en mi mesilla de noche y se fue a duchar.

Tenía muchas ganas de hablar con ella, mi cerebro quería, pero mi boca no se abrió. Posiblemente, fue porque sabía que lo arruinaría de nuevo. Esperé a que se terminase de duchar y me

dispuse a hablar con ella.

—Virginia, ¿podríamos hablar? Sé que la jodí anoche y lo siento, pero no puedo permitirme perder a mi mejor amiga. Admito que dije que no me enfadaría con nada de lo que dijeras, era solo la tensión del momento. Y aunque suene infantil, debería haber pensado en lo que dije antes de decirlo, porque sé que realmente estoy muy arrepentido.

Al principio se puso de pie como estaba, unos segundos en silencio, fingiendo no haber oído lo que le dije. Entonces, ella

decidió hablar.

—Sigo enfadada contigo, no te preocupes que sé que te arrepientes, pero eso no significa que voy a hablar contigo.

Ambos actuamos como niños, pero yo no quise lastimarte. Tus palabras lo hicieron, por eso creo que deberíamos disfrutar el

resto de las vacaciones solos, si estás de acuerdo con eso.

—Claro que estoy de acuerdo, yo también sigo enfadado, contigo y conmigo mismo. Aunque pienses que lo que dijiste no me hizo daño, te equivocas. Pero no te preocupes, como

necesitamos una de las llaves ara la luz de la habitación, bajaré a por otra a recepción ahora mismo. —Reventé, me levanté, salí de la habitación pegando un portazo y bajé a recepción a por una

llave.

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