Capítulo 42

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Virginia

—¿Qué estamos viendo? —preguntó tras tumbarse en la cama a

mi lado.

—No lo sé, he puesto la primera película que he visto—mentí, despiadadamente, no era que no se lo quisiera decir, solo quería ver su reacción al averiguar que era mi película favorita, Donde caben dos, una película española que desde el primer día que fui al cine a verla cuando se estrenó, la veía cada vez que podía, y

no era para niños especialmente.

—¿Cuántos minutos me he perdido? ¿Sabes un poco de que va? —Pocos, unos cinco, por ahora solo me he enterado de que la película se basa en torno a un club, una discoteca o algo así. —Un club, un club para relajarse, tomar alcohol, y tener muchas, muchas relaciones sexuales, en una de las muchas salas que incluía el club, piscina, glory holes, con desconocidos y la luz apagada, el club era fantástico, me encantaba demasiado esa

película.

—Ah, vale, parece interesante. —Me empecé a reír, nunca se me dio bien mentir, y es que Jaime estaba cayendo de lleno,

confiaba en mí, y eso me hacía feliz.

—¿Por qué te ríes? ¿Qué pasa? —me preguntó mientras también

se reía.

—¿Por qué te ríes tú?

—¡Porque me estás haciendo reír!

—Vale, vale, te explico, esta, es mi película favorita, la veo cada rato que tengo libre, y es que me apetecía verla, pero a lo mejor a ti no te gusta, entonces, quería ver si a ti te gustaría, pero se me da demasiado mal mentir, lo siento.

—¿Cómo se llama la película?

—Donde caben dos.

—¿Por? ¿Qué vas a hacer? —Jaime sacó su móvil del bolsillo y

buscó la película. Leyó la sinopsis y se vio el tráiler.

—¿Por qué crees que no me gustaría? Tiene buena pinta.

—No sé, no creo que es del tipo de películas que verías, tú no

ves estas películas.

—¿Cómo lo sabes? ¿Me espías por las noches? A lo mejor me

he visto cien películas como está y tú no lo sabes...

—Ja, ja, Jaime, no ves este tipo de películas porque no eres así, sé que no eres del tipo de chicos que folla con chicas cada día, sale de fiesta todos los fines de semana y odia las relaciones amorosas.

—¿Desde cuándo sabes cuando follo y cuando no? ¡Serás! —me

dio un cojinazo.

—¡Ah! —le di otro—. A ver, si tanto me equivoco, desde

cuando no tienes relaciones sexuales?

—Desde que me enamoré de ti. —Mi corazón se paró por unos segundos, no me esperaba esa respuesta, no dije nada, solo le miré a los ojos. Me acerqué poco a poco a él, me senté encima de él y le besé, le besé lentamente, saboreando sus dulces labios, me apasionaban.

—¿Y puedo saber por qué? —Paré de besarle y le miré a los

ojos.

—Porque no quería hacer el amor con nadie que no fueras tú, porque si no, estaría pensando todo el rato en ti, y sería muy

injusto.

—¿Y por qué no hacías el amor conmigo?

—Tenía miedo, de que no disfrutaras y me dejaras de hablar, éramos amigos, quería respetar nuestros límites, nuestra amistad era mucho más valiosa que tener sexo contigo.

—¿Y ahora? ¿Por qué no me quitas la ropa ahora?

Empezó quitándome la camisa con la que dormí mientras que seguíamos besándonos. Logró quitarme el sujetador con una mano, mientras seguía besándome. Yo le quité su camisa y mientras yo me quitaba los pantalones, él buscó un condón en su mesilla de noche, se lo puso y me besó el cuello mientras

entraba en mí.

Notaba como Jaime no quería hacerme daño, amaba lo cuidadoso que era, a pesar de que era la primera vez que

teníamos relaciones sexuales, sabía, perfectamente, que hacer donde para darme el mayor placer. Llegamos los dos al orgasmo

al mismo tiempo, fue todo perfecto, parecía irreal.

—Gracias, nunca había disfrutado más —susurré en su odio.

El Plan TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora