Virginia
Y pensar que acabé igual que empecé, sola, para ir a la boda de mi exnovio, ahí supe que no estaba escrita, ese tipo de
situaciones no pasan entre páginas, ni en las películas, solo en la propia vida. Estaba en llamada con Marta para que viese el vestido que había escogido, y para charlar con ella un poco mientras que me peinaba y maquillaba. Y de repente, empezó a
llover.
—¡Malditas tormentas de verano!
—No me digas eso, ¿y tienes que ir a la iglesia? ¿Pedirás un
taxi, no?
—No tengo otra, te cuelgo para llamarlo, ¿vale?
—Por supuesto, besitos, te ves estupenda.
Mientras que esperaba al taxi, me puse los tacones y bajé para esperarlo adentro del portal, estaba bastante insegura de la elección que hice sobre mi atuendo, un vestido verde oscuro a juego con los zapatos que tenían decoraciones del mismo color. Escuché a un coche acercándose, abrí el paraguas (el más pequeño que tenía, para que cupiese en mi bolso) que traje por si acaso y dejé que uno de los peores días de mi vida comenzase.
En cuanto alcé la mirada, solo estaba él, Jaime. Posiblemente, había estado esperando varios minutos bajo la lluvia, ya que su
traje estaba calado.
—Ódiame todo lo que quieras, pero por favor, entra en mi
coche, no tienes otra opción, he pagado al taxi para que se fuera.
No le odiaba, le amaba, y aunque habíamos estado varios meses sin hablarnos, había pensado en él cada uno de todos esos segundos. No le dije nada, solo le abracé. Al ver su reacción,
supe que no esperaba esa respuesta.
Me senté a su lado, dejó su chaqueta apoyada en su
reposacabezas, y ya que su camisa era blanca, se transparentaba ese cuerpo que tanto eché de menos. Antes de que arrancase el
coche, me dio un libro.
—Ya lo tengo.
No puedo continuar hablando antes de que él me interrumpiese.
—Ábrelo, y lee lo que hay adentro. No puedo vivir otro día más sabiendo que no has leído lo que hay escrito, y ojalá que algún
día me atreviese a decírtelo, pero no puedo.
Era una hoja y un texto, escrito a mano, por él, esa era su
caligrafía.
Cuando terminé de leerlo, lo guardé. Para releerlo uno y otra vez. Quise llorar, saber como ve Jaime al amor, me hizo querer llorar. También besarle, todavía me acordaba lo romántico que podía llegar a ser sin quererlo. Agradecí tener a alguien como él en mi vida. Todos necesitamos a un Jaime en nuestras vidas. Todos necesitamos a un príncipe o a una princesa azul en
nuestras vidas.
Llegamos a la iglesia, salimos del coche, todavía seguía lloviendo y noté como Jaime quería hablar, se paró enfrente mía, pero no se salían las palabras, lo sentí. A mí tampoco, quería decirle que lo siento, y que no sabía su punto de vista, pero no me salían las palabras, solo nos mirábamos a los ojos. Y le besé, y de verdad pensé que se apartaría, entonces me separé, empecé a caminar, pero él, me agarró del cuello y me besó, estaba empapado y al besarme rocé con su ropa y me mojé también. Mi corazón se aceleró en un segundo, parecía un sueño, un sueño del cual no me quería despertar. No dijo nada salvo un suave "gracias" susurrado en mi oreja. Procedió a darme la mano y caminar hasta la puerta de la iglesia, donde parecía haber
bastante gente.
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El Plan T
Romance¿Qué harías tú si la persona que más has llegado a querer te invita a su boda? ¿Y si tu pareja corta contigo por mensaje? Esta es la historia de Virginia, una joven reportera que se muda a la gran ciudad después de terminar su carrera, y de Jaime, u...