Virginia
Quién me diría a mí que había esforzado esa enorme cantidad para mudarme aquí y acabar a las tantas de la madrugada buscando chicos en Tinder? ¿Qué tenía que tener el chico perfecto para Virginia en Tinder? ¿Lo encontraría? ¿Qué tenía que tener yo para gustarle al chico perfecto? Si lo había, porque había una cantidad de gente extraña, que el porcentaje de que encontrara al chico, lo necesariamente decente para llevarlo a la boda, era mínimo.
—Mira a este. —Enfoqué el móvil a la pantalla del ordenador. —Es muy raro.
—¿Todavía no te has descargado Tinder en el móvil?—se extrañó —.Y sí que es raro.
—¿Para qué la gente de mi trabajo lo descubra? Ni loca.
—¿Para qué querrían tus compañeros cotillearte el móvil?
—Más cosas saben de mí, más pueden utilizar en mi contra
—me defendí.—Eres una exagerada.
—Una exagerada previsora. —Acabé la agobiante conversación. —Bueno, te dejo que voy a ver si al menos encuentro a mi
príncipe verde.—Adiós Virginia —colgó.
Estuve unos minutos replanteándome si era buena idea descargarme la aplicación en el móvil, pero mi yo interior sabía que algo malo iba a pasar una vez la aplicación estuviera en mis manos, literalmente. Pero finalmente, me descargué la aplicación y me dormí.
Me desperté y estuve varios minutos en la cama revisando la aplicación que todo el mundo al tanto de la situación pensaría que estoy revisando. Había tenido muchos matches y me había hablado bastante gente a la cual le di el visto bueno deslizando hacia la derecha. De tantas notificaciones me dieron ganas de
levantarme, vestirme e irme a trabajar.—Buenos días, Claudia. —le pasé su café.
—¿Me has traído café? —Levantó la tapa —. ¿Es cappuccino?
—Sí, hoy he pensado en ti cuando he comprado el mío.
—Muchas gracias, guapa. —Me dio un beso mientras sonó una
notificación procedente de mi móvil. —. ¿Eso es Tinder?—No digas chorradas anda. —Lo silencié.
—¡Eso es Tinder! —Se tapó la boca en signo de sorpresa —. Si
Virginia se ha descargado esta aplicación significa que el mundo se acaba pronto.—O que mi ex me ha invitado a su boda. —Recliné mi asiento
para atrás —. Pero menos cotillear y más trabajar.—¿Tienes algún reportaje nuevo? —Abrió su ordenador.
—Sí, sobre las redes sociales y sus peligros.
Claudia se empezó a reír. —Muy acorde con la ocasión.—¿Y tú?
—Sigo estancada con el mío, por ahora solo tengo ideas
incoherentes. —Me enseñó un documento.—Esto es oro, nada más necesita que lo pulas un poco y estaría
perfecto.—Muchísimas gracias, si necesitas ayuda con cualquier cosa,
estoy literalmente a tu lado.
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El Plan T
Romance¿Qué harías tú si la persona que más has llegado a querer te invita a su boda? ¿Y si tu pareja corta contigo por mensaje? Esta es la historia de Virginia, una joven reportera que se muda a la gran ciudad después de terminar su carrera, y de Jaime, u...