Capítulo 50

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Virginia

La Navidad y el comienzo del nuevo año pasaron más rápido que nunca. A nuestras familias les encantó la idea de la boda. Conocí a la familia de Jaime y fueron los más dulces. Conoció a

la mía también, nos divertimos mucho.

***

—Hemos estado en tres tiendas, me rindo.

—No te dejamos. Visitemos una tienda más hoy. Y si no te gusta ninguno, seguimos otro día. —Claudia acarició mi espalda en

señal de consuelo.

—¿Tengo cara de perro?

—Bueno, discutible —comentó mi madre.

—Google maps dice que hay una tienda cerca en dos minutos.

Vamos —Claudia estaba bastante motivada.

—Dos minutos es lo que vamos a estar allí.

—¡No seas tan negativa hija! —Entramos a la tienda de vestidos.

—Buenas tardes, ¿quién es la novia?

—Yo —comenté.

—Perfecto, ¿sabes más o menos el estilo que quieres? —me

preguntó la modista.

—Algo otoñal, la moda será sobre este otoño.

—Magnífico, pues si tus invitadas son tan amables de esperarse aquí, te llevaré para que te pruebes algunos vestidos de nuestra colección de otoño-invierno.

La dependienta me trajo tres vestidos. Cada uno con un estilo totalmente diferente. Me probé el primero era de tul de seda de color beige plisado con cinturón de encaje con flores a juego. No me gustaba, y ni a mi madre ni a Claudia tampoco.

—El vestido es precioso, y te queda estupendamente, pero no es

de tu estilo, no dice Virginia, ¿sabes?

—Si, te entiendo, me pasa lo mismo. —Mi madre compartía la

nuestra misma opinión.

—Demasiado romántico para mí. De todos modos, el que me

voy a poner ahora tiene bastante buena pinta.

El segundo era un vestido de novia con un corte sirena, lindísimo y encaje, con un escote redondo y la espalda preciosa en forma de V. Perfecto para otoño porque no tenía una manga

ni muy larga ni muy corta. Solo esperaba que me quedase bien.

No podía de parar de verme en el espejo, estaba preciosa, me sentía como la princesa de un cuento. Esa era la magia de las

bodas.

—Me encanta, me encanta como te queda.

—Ese es el vestido.

Estaba tan feliz con el cómo mi madre y Claudia. Regresé al camerino y me miré por un par de minutos, sabía que era el

indicado.

—Muchísimas gracias por siempre estar a mi lado, y por no

dejar que me rindiese. —Abracé a Claudia.

—Ahora solo hay que esperar un mes antes y hacer los últimos

retoques.

El Plan TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora