Capítulo 54

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Virginia

No me podía creer que estaría en medio de una iglesia, al lado de mi alma gemela y ciento de personas viendo como nos casamos ante los ojos de Dios. Aunque yo ya no era católica, había hecho la confirmación y me podía casar por la iglesia, que era lo que Jaime quería, y como a mí me daba igual...

Me había escrito un pequeño párrafo con mis votos, y a pesar de que nunca le tuve pánico a hablar en público, nunca llegué a

pensar que el día de mi boda me quedaría muda.

—¿Os habéis preparado vuestros votos?

—Sí —dijo Jaime con su texto preparado ya en las manos, empezó a leer —. No sé si te hubiera conocido si no nos

hubiésemos descargado Tinder, porque a lo mejor, el destino ya tenía preparado que nuestros caminos se juntasen, pero no me arrepiento de ningún momento de los que he vivido a tu lado. Cada vez que te miro a los ojos estoy más seguro de que eres y serás el amor de mi vida hasta que me muera, te amo Virginia.

Prometo protegerte y amarte cada segundo restante de mi vida.

—Jaime —empecé a leer el texto—, yo no me arrepiento, de haberme caído al lago contigo, no me arrepiento de todos los besos que te he dado y de los que te daré, prometo amarte y cuidarte hasta que me muera. Te amo. A parte de ser mi esposo, eres mi mejor amigo, la persona que más me entiende en este

planeta, la persona que necesito para completar mi corazón. —Queridos amigos aquí presentes, nos hemos reunido hoy para unir a este hombre y a esta mujer en sagrado matrimonio. —Mis piernas no paraban de temblar —. Jaime Pemartín Fernandez recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad,

durante el tiempo que duren sus vidas?

—Sí quiero.

—¿Virginia Gracía Pérgola recibe usted a este hombre para ser su esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarlo, honrarlo, consolarlo y cuidarlo, en salud y en enfermedad,

guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?

***

—¡Virginia García Pérgola! ¡Virginia! —Escucho la voz de

Claudia —. ¿Estás bien? Te has quedado bastante pensativa,

¿estás bien?

Solo tenía un objeto delante de mí, mi ordenador con un documento Word en blanco, salvo por el título: "Las redes y sus peligros, enamorarte a tarvés de internet". Miro la hora y la fecha, nada ha cambiado, todo ha ocurrido en mi cabeza, y sin

pausa, empecé a escribir en ese documento.

Nadie sabe con certeza por qué estamos aquí, cuál es nuestra misión o si hemos sido la creacción de alguien como algún Dios o hemos sido dos pizcas de suerte que hicieron que el universo exxplote. Nada esta escrito, la vida puede cambiar en cuestión de segundos, acciones o de pausas incluso.

Sabemos con pruebas científicas que el internet no es lo que parece, que es un iceberg lleno de peligros y mentiras, que

nuestra información está archivada en miles de páginas web.

¿Podrías cambiar toda tu vida con un solo desliz hacía la derecha? Mi madre siempre me decía que no me juntara con desconocidos, de mayor me doy cuenta que hay algunos desconocidos que merecen la pena llegar a conocer. ¿Hubiera llegado a conocer a mi mejro amiga si no le hubiera pedido jugar con ella cuando éramos pequeñas en el parque? ¿Estamos hechos para llegar a conocer a nuesra alma gemela sin que importase la situación, o escogemos nosotros a nuestras almas gemelas con las acciones que realizamos y las elecciones que tomamos? ¿Existen las almas gemelas? ¿Y si están a la otra punta del mundo? Por eso el ser humano creo la fantástica idea del internet, para poder informárnos, conocer gente, hablar con amigos en la otra punta del planeta... Para eso se creó Tinder, para hacer amigos, para roolos casuales, para los ingenuos escritores con el corazón roto, y para los otros que no creen en el amor, para la gente que necesita planes, porque ya se les gastaron los a, los b y los c, y ahora necesitan un Plan T. Si tenemos que morir algún día, hazlo sabiendo que has conocido a alguien digno de tu vida. Porque solo tenemos una vida para vivir, un corazón para amar, pero un enorme mundo por

conocer, lleno de gente maravillosa.

Tras guardar y enviar el documento a mi jefe, me levanto, guardo todo y me dirijo a mi casa, deseando únicamente una cosa, que cuando llegue al portal y abrá mi buzón del correo, haya una carta extraña, muy bonita y decorada, que haya una

carta que me cambie la vida.

No pasan ni dos segundos desde que cierro la puerta de mi casa

y decido enviarle un mensaje de audio a mi mejor amiga, Marta.

—¿Crees que sería buena idea que me descargase Tinder? —le

pregunto.

El Plan TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora