Capítulo 21

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Jaime

Nada más llegué a casa, me cambié y me tumbé del tirón en la cama. Pensé, pensé en que ya era hora de superar mis traumas, en que todo lo que había pasado hoy era solo un consejo, que dejase el pasado atrás. ¿Podría Virginia ayudarme a superar mis
miedos? Lo primero de todo era contarle todo, pero me daba
miedo, angustia, nunca se me iba de la cabeza, lo recordaba a la perfección. Era hora de dejarlo atrás.
Fran me llamó para preguntarme que tal me había ido la cita. Le conté todo, absolutamente todo.
—¿Entonces, al final, lo que os ha pasado es bueno o malo? —preguntó intentando ver el lado bueno del asunto.
—Supongo que bueno, al fin y al cabo solo me ayudará a ser más abierto y sincero con Virginia —le confesé.
—¿Le vas a contar lo del agua?
—Sí, tengo pensarlo hacerlo. ¿No pareceré un loco?
—No, y estoy seguro de que ella te entenderá.
Esa noche no pude dormir, cada vez que cerraba los ojos ese horrible día se retrataba a la perfección en mi mente. Pasé varias horas apoyado en la ventana de mi habitación, medio despierto, medio dormido viendo las estrellas. Estaban lejos, pero a la vez
cerca, brillaban mucho, pero a la vez poco. Una de todas era la
que se hacía notar más, seguramente era ella que hacía que esa estrella brillase.
Era prácticamente invierno y sabía que amanecería tarde. Cuando no pude sostenerme más por el sueño que tenía me tumbé de nuevo, y esa vez logré dormir.
Me desperté y era tarde, bastante tarde. No había visto que hora era, lo sabía por el ambiente. Antes de levantarme me quedé unos minutos apoyado en la pared pensando lo agradecido que era, y después, escribí a Virginia. Ella ya me había deseado los buenos días antes de entrar a trabajar, a sí que le dejé un mensaje para que me respondiese en su descanso. "Buenos días, noche complicada. ¿Qué tal tú?"
Dejé el móvil donde estaba y empecé a trabajar.

Hacía tiempo que no escribía ningún artículo sobre mi experiencia personal, y me pareció un momento muy oportuno para escribir uno. Sobre la amistad, la confianza, la seguridad, ese sentimiento de estar a salvo, incluso cuando el mundo estaba en llamas, poder respirar despacio sabiendo que da igual lo que esté pasando alrededor de tu burbuja si ella está adentro de ella. Virginia me hacía sentir seguro, una persona que conocía de unas semanas y poco, lo raro que es el cerebro, sabiendo que te puede hacer sentir desarmado con un amigo de la infancia y tan seguro y protegido con un amigo reciente. ¿Pero era el cerebro realmente el problema o que realmente no era el mismo sentimiento?
Quería quedar con Virginia, contarle mi miedo/fobia al agua y sus razones, quería ser amigo de Virginia, quería pasar tiempo con ella. Con mi amiga.

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