Jaime
No sé por qué me levanté tan entusiasmado si sabía
perfectamente que no me había hablado nadie, porque solo le había dado me gusta a una mujer, que ni siquiera me había dado me gusta de vuelta. Como la mayoría del tiempo trabaja editando desde casa, pude darme el lujo de desayunar sobre las
diez.Noté mi móvil vibrar, alguien me estaba llamando. Mi hermano.
—¿Qué tal está mi hermano, el ligón?
—Pues mal, o la aplicación ha colapsado, o es que a nadie le
resulto guapo.
—No digas eso, hombre. ¿Cuántas chicas te han gustado?
—Una.
—Perdón, he formulado la pregunta mal. ¿A cuántas chicas has
deslizado a la derecha?
—A una.
—¿Y así esperas curarte el corazón o bajarte la autoestima? No puedes utilizar tu criterio de Mr. perfecto porque no hay ser
humano que lo sea, salvo tú al parecer.
—Es que tengo miedo —admití.
—¿Miedo de qué?
—De que salga mal, que me arruiné, que me enamoré de
nuevo... —dramaticé —.Y la lista continua.
—Eres un exagerado de cojones. ¿Y somos hermanos?
—Soy delicado, por eso Beatriz me rompió el corazón con tanta
facilidad. Y no digas palabrotas.
—Primero, no eres mamá. Segundo, pues desdelicate y empieza a ver la realidad. Adiós, me voy a trabajar, ya que a mí sí me
gusta salir de mi casa.
***
Estuve trabajando varias horas y terminé a la hora de comer. Cociné y para cuando me senté en la mesa me di cuenta de que la única chica que me había parecido suficientemente perfecta, me había contestado, y honestamente entré en pánico. No quería hacerlo mal, entonces llamé a Fran para que me ayudase, pero estaba ocupado porque cuando trabaja, apaga su teléfono, para que no le llegasen mensajes. Me tuve que enfrentar yo solo a la situación.
—Hola, ¿qué tal? —empezó ella la conversación.
—Muy bien, gracias. ¿Y tú? —Me di bastante vergüenza ajena,
parecía que estaba ligando como mi sobrino de trece años. —También bien. ¿Cómo te va el día? —continuó la
conversación.
—Pues por ahora solo he trabajado. Dime que has tenido un día
más entretenido que el mío.
—Siento defraudarte, pero no, hemos tenido una mañana
bastante parecida.
—¿De qué trabajas? No lo tienes puesto en tu descripción. —No quise sonar muy acosador, esto de mantener conversaciones con extraños era muy nuevo para mí.
—Soy contable. Y tú, editor, ¿de qué?—Su interés me
apasionaba.
—Trabajo escribiendo en la editorial de mi familia.
—¿Es interesante?
—Seguramente más que la contabilidad sí. Es broma, pero depende del tipo de persona, a alguien que no le interesa la escritura ni la lectura, seguramente no, pero a mí me parece tan mágico, me apasiona.
—Interesante. Bueno, tengo que seguir trabajando, ¿hablamos luego?
—Encantado.
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El Plan T
Romance¿Qué harías tú si la persona que más has llegado a querer te invita a su boda? ¿Y si tu pareja corta contigo por mensaje? Esta es la historia de Virginia, una joven reportera que se muda a la gran ciudad después de terminar su carrera, y de Jaime, u...