Capítulo 53

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Jaime

Me desperté eufórico, sabía que iba a ser el día más feliz de toda mi vida. Me di la vuelta y vi a mi hermosa futura esposa

despertarse.

—Buenos días futura esposa mía.

—Buenos días. —Me besó.

—¿Preparada para el día más feliz de nuestras vidas?

—Por supuesto, desde el día que te conocí.

Nos levantamos y me fui a la casa de mi hermano para

prepararme para ir a la boda con él. Virginia se quedó en nuestra casa y Claudia, su amiga, fue a ayudarla. Habría matado por

verla con su vestido de novia antes de nuestra boda.

—Bueno, tu día ha llegado querido hermano.

—Nunca me creería haber llegado hasta aquí.

En cuanto llegué a la iglesia empecé a saludar ami familia, a mis

amigos y a la familia de Virginia.

—¡Jaime! ¡Cariño! ¿Qué tal estás? ¿Nervioso? —La madre de

Virginia me dio dos besos.

—Bastante, pero sabiendo que es tu hija la mujer con la que me

caso, estoy más seguro que nunca.

—Me alegro muchísimo muchacho. —Entraron a la iglesia.

Saludé a mis viejos amigos de la facultad y me felicitaron. —¡Jaime! Virginia está fantástica y viene de camino.—Claudia me abrazó y se quedó conmigo afuera para esperar a Virginia —. Menos mal que hice que su estupido Plan T funcionase, ¿no?

—¿Sin el más animo de ofender, ¿qué tienes que ver tú en la

enta de Tinder de Virginia?

—Te explico, ese de allí —señaló a un compañero de trabajo de Virginia—, me ayudó a ditraer a Virginia mientras yo le robabab

el móvil y te deslicé a la derecha.

—No me digas, mi hermano hizo exactamente lo mismo. Nada

de esto puede llegar a Virginia.

Nos sentamos y charlamos un rato mientras entraban todos los invitados. Claudia era una gran amiga y estaba feliz de que Virginia y ella fueran tan buenas amigas. Mientras saludaba a

otros invitados, escuché una voz bastante familiar.

—¡Jaime! ¡No me puedo creer que seas tú! ¡Enhorabuena! —Estaba bastante seguro que conocía a esa mujer, pero más seguro estaba aún que yo no la había invitado —. ¿Te acuerdas de mí?

—Me suenas muchísimo, pero entre los nervios y todo no me

acuerdo de quién eres.

—¡Laura! Estuvimos hablando durante unas semanas por

Tinder. —No me fastidies, lo que me faltaba.

—¡Laura! ¡Qué de tiempo! ¿Te ha invitado Virginia?

—Sí, solemos hablar de vez en cuando, la conocí la noche de

fiesta que hui de ti, y ahora te pido perdón por eso.

—Ni te preocupes por eso, fue hace más de un año, muchísimas

gracias por asistir.

Todos los invitados llegaron, se sentaron y yo me dirigí al altar para esperar a Virginia. Y en cuanto llegó todo el mundo se levantó, y acompañada de su padre, los dos se dirigieron al altar. Ella llevaba puesto un vestido precioso que me alucinó. Todos los ojos estaban en lo preciosa que iba Virginia, así que yo me permití soltar una lágrima o dos. Llegó a mi lado y sentí una

cálida sensación de seguridad. La misa iba a empezar.

Estaba orgulloso de que Dios estuviese viendo como me casaba con la mujer de mi vida. Que posiblemente Dios fue quien hizo que Virginia y yo conectáramos en esta vida —aparte de la ayuda de Fran, claro—. No me podía creer que me estaba casando de verdad, cuando era pequeño y veía a mis padres, o cuando le solía contar cuentos de Disney a mi hermano. Ahí supe, que las películas tienen parte de razón, que los librossolo son historias de las vidas de personas que no han vivido en el mismo mundo que nosotros y han tenido que ser creadas. Ahí

supe, que el amor existía de verdad.

El Plan TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora