Capítulo 8: Esperanzas

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Jaime

A lo largo del día me di cuenta de que muy posiblemente Laura era la mujer perfecta. Educada, amable, nuestra conversación fluía de maravilla, siempre teníamos un tópico para discutir. Me estaba muriendo de las ganas de que Fran llegase a su casa para llamarle y contarle todo sobre la chica Miss Perfecta. Aunque mi relación con mi hermano no fue especialmente buena cuando éramos pequeños, cuando nos hicimos mayores y un año después que yo, se graduó, nos empezamos a llevar bastante bien.

Estuve las restantes horas de la tarde pensando, escribiendo y soñando con Laura, hasta que escuché el sonido de mi móvil sonar. Vi que era Fran y seguramente me llamase después de los veintisiete mensajes que le dejé <<Fran, emergencia.><; <<Fran, en cuanto puedas, me llamas>>; <<¡¡FRAN, FRAN!! y aunque él estaba un poco abrumado pensando que me había pasado algo grave, empecé a contarle sobre la inocente chica, tan rápido que me trabe con mis propias palabras.

—Un ¡buenas tardes! ¿Qué tal te ha ido? No estarían nada mal, no sabes el susto que me has pegado, chaval. Repite todo y
mucho más despacio.

—¿Te acuerdas de la única chica a la que le di me gusta? Bueno, da igual. El caso es que me contestó, y es perfecta, literalmente.
No sé, es todo tan maravilloso.

—¿Vas a quedar en persona con ella?

—Sí, pero eso no viene al caso, porque nuestras conversaciones
son infinitas y fantásticas.

—Bueno, espérate a cuando quedéis en persona y ya opinaras si
es perfecta o no, digo yo.

—Seguramente serán igual de buenas que por el móvil.

—Si tú lo crees...

Fran colgó la llamada y yo entré en mi habitación, me tumbé en la cama y seguí hablando con Laura, era como si nunca quisiese dejar de hablar con ella. Se hizo de noche y ella tuvo que irse a dormir. Yo también dormí, y soñé con ella —me hacía sentir como un adolescente y mi primer amor de instituto. ¿Cómo pude creer que después de Beatriz el mundo se me cayó encima? Nunca escuché a mi hermano cuando me dijo que todo estaría bien, y ahora que lo está parece surreal, algo malo tiene que
pasar.

***

Nada más abrir los ojos supe que iba a tener un buen día, ya que Laura quería quedar para conocernos en persona y
automáticamente estaba feliz. Aunque estuviese lloviendo, para mí hacía el sol más brillante de todo el año. Por la mañana trabajé más bien poco y por la tarde solo estaba pensando en que solo quedaban 72 horas para quedar con ella y aunque faltasen casi tres meses para navidad, mi deseo ya se había hecho realidad. Gracias a Laura llegué a conocer al Jaime, cariñoso y tierno que se escondía todo este tiempo en el fondo de mi
corazón.

Decidí pasarme por la editorial y ayudar a Fran, terminamos el papeleo que teníamos que acabar sobre un nuevo libro que justo acababa de publicar y nos fuimos de paseo, ya que las nubes se habían despejado bastante, hacía mucho tiempo que no
paseábamos.

—¿De verdad ves futuro? —preguntó de la nada después de varios segundos incómodos.

—Sí, y aunque suene raro y precipitado, Laura y yo somos como dos piezas de puzle, aunque hayamos tardado bastante tiempo en juntarnos, encajamos de maravilla —le expliqué —. ¿Estoy
yendo rápido? Sí. No me des la charla.

—Nada más estoy orgulloso de ti Jaime, nunca habías tenido
este lado dulce con Bea y presiento que puedas tener razón.

—¿A sí? —me sorprendí.

—Claro, únicamente quiero lo mejor para ti hermanito.

—No te pongas tú tierno ahora.

—Lo siento, seguramente es un virus y me lo has pegado. —Nos empezamos a reír, me encantaban momentos como los largos paseos (menos en la playa, claro) extrañaba a mi pequeño hermano.

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