Capítulo 47

1 1 0
                                    

Virginia

Aunque quería muchísimo, a Jaime no había persona más cabezota en toda la faz de la Tierra. Se le daba bastante mal mentir y sobre todo, hacer sorpresas. Y, sin embargo, encontrarme el anillo que yo esperaba que fuese para mí, sí que fue una sorpresa, ¡pero quien guarda un anillo de compromiso en un cajón de la ropa interior! Jaime solía encargarse de las tareas domésticas, como hacer la colada o cocinar, no obstante, yo también lavaba la ropa de vez en cuando, y la guardaba en su sitio, ¿quién es tan despistado como para guardar un anillo de

compromiso en el cajón de la ropa interior?

Mi primera reacción fue reírme, ese era el Jaime del que estaba enamorada. Tras asimilar lo torpe que era para esconder regalos y el pedazo de regalo que me había hecho, seguí guardando

ropa.

—¿Estás bien? Te estabas riendo como una loca, pero te quiero igual, no te preocupes —me preguntó Jaime cuando me senté en

el salón después de guardar la ropa que me quedaba.

—Yo sí que te quiero, incluso siendo lo torpe que eres, te voy a

querer siempre.

—¿Qué he hecho?

—Quererme tanto, eso has hecho. —Una parte de mí no se lo quería decir, ya que le parecía supertierna la idea. La otra parte odiaba mentirle a Jaime.

—Virginia, ¿por qué te estabas riendo en nuestro dormitorio? —Jaime, no te preocupes, ha sido una foto que me han mandado

al móvil. —Opté por mentirle.

—Tu móvil ha estado aquí todo el rato. —Por estas situaciones

no me gustaba mentir.

—Claro, ha sido una foto que me mandaron que recordado. —Empeoré la mentira.

—¡Ah! Vale, muchísimas gracias por confiar en mí. Si todavía tienes la foto y crees que a mí también me hará reír, luego me la pasas. —Me besó. Al principio pensé que era sarcasmo, al paso de unos segundos me di cuenta de que no. ¿Por qué tenía que ser

tan tierno?

—Jaime, sabes que no era una foto. Sabes que te he mentido. ¡Y

todavía me haces sentir mal por eso!

—Lo sé, sé cuando me mientes, siempre colocas tus brazos de una cierta manera. Y vivimos juntos, y te conozco, sé cuando me mientes solo por tu voz. Estaría bien que me dijeses la verdad. ¿No? —Puso esa cara tierna y mona que ponen los niños

pequeños cuando quieren algo. La odiaba.

—¿De verdad quieres saberlo? Después no te enfades conmigo,

¿vale?

—Claro que no.

—Vale, ¿qué estaba haciendo yo antes y después de reírme?

—Guardar ropa, ¿no?

—Sí, ¿tú tenías mucha ropa sucia?

—No, mayormente solo ropa interior. —Cuando comprendió de que me estaba riendo se le cambió la cara por completo —. ¿Lo

has visto, no?

—Solo la caja, te lo prometo.

—La próxima vez lo guardaré mejor, siento arruinarte la

sorpresa.

—¿Próxima vez? ¿Qué próxima vez? ¿Te vas a casar con

alguien más? —bromeé.

—Lo siento muchísimo Virginia.

—No te preocupes, te amo, ya lo sabes.

El Plan TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora