Jaime
En cuanto terminé de abrazar a mi hermano, me di cuenta de que Virginia ya se había ido. Me sentía como un idiota, había arruinado la amistad más importante que tenía (y la única), ella era como mi medicina, la necesitaba para seguir viviendo, sus ojos marrones oscuro, el tono de su risa, su manera de ver la vida, necesitaba todo de ella, la necesitaba a ella, no podía dejar que se arruinara nuestra amistad. Pero no me atrevía a decirle nada, no podía, no me salían las palabras. No podía contarle lo mucho que la necesitaba.
¿Y qué hacía Jaime cada vez que sentía algo que no podía
expresar bien? Escribirlo.
Todas las cosas que no te atrevo a decirte, pero quiero,
mirándote fijamente a los ojos y dándote la mano.
Desde el día que nos caímos en lago, supe que necesitaría cuidarte como un tesoro, que eras el latido de mi corazón, el aire que entra en mis pulmones y me mantiene vivo. Eres como la tinta a una pluma, como el escritor a una novela, como la nieve al invierno o los largos paseos viendo el atardecer al otoño. Pero me matas, realmente, me muero, me muero por probar tus labios y sentir de una vez por todas como es estar en el cielo, me muero por despertar y sentirte a mi lado, muero por escuchar tu risa todos los días restantes de mi vida o por verte con vestido de novia en nuestra boda, por tener anillos de compromiso a juego y muero por dedicarte todos los libros que escriba. Y no me atrevo, porque tengo miedo, de no funcionar, de que me rompas el corazón y no salir de esa, de no volver a verte en la vida, tengo miedo de que no estemos dentro de cientos de páginas, de que esto no sea una novela y no tenga un final maravilloso y espectacular, que no te pueda besar hasta que no me queden días, y que la persona a la que más quiero, me odie, tengo miedo de perderte y de no poder vivir, ¿pero para qué sirve vivir sino estás a mi lado? ¿Pero de qué sirve ser solo amigos? Solo demuestra todo el miedo que tengo de no poder disfrutar, de que el propio veneno me mate. Y no sé, no sé si te daré este trozo de papel alguna vez, si tendré las agallas de besarte, bajo la lluvia, o de afrontar la realidad y a pesar de la minina posibilidad de acabar odiándonos, navegar entre las
olas del amor.
Imprimí la hoja y la guardé en una de las copias del libro que le regalé, cerré los ojos y solo deseé soñar con salir de esa
pesadilla, de despertar a su lado.
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El Plan T
Romance¿Qué harías tú si la persona que más has llegado a querer te invita a su boda? ¿Y si tu pareja corta contigo por mensaje? Esta es la historia de Virginia, una joven reportera que se muda a la gran ciudad después de terminar su carrera, y de Jaime, u...