Capítulo 22

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Virginia

Había pasado más de una semana desde que quedé con Jaime por primera vez, y aunque fue una experiencia no muy agradable, a lo mejor el destino solo nos estaba ayudando. Sentía que desde ese día, nos comunicábamos mejor, había aprendido tanto sobre él en esos días que nunca lo habría pensado, y seguramente la Virginia de hace unos años pensaría que estoy cometiendo una estupidez. Todavía no le había preguntado a Jaime si quería ser mi acompañante para la boda, y por uan parte me sentía mal, conmigo misma y por él, tenía

pensado comentárselo la próxima vez que nos juntásemos.

Quedaban unas semanas para Navidad, festivo que me encantaba. Madrid se emblanquecía y parecía una ciudad de película con final feliz. Las reuniones de familia, los regalos, las amistades y el amor. Una estación para celebrar la unión y los buenos momentos. Antes de irme a pasar unos días en casa de mis padres, iba a quedar con Jaime, en alguna cafetería esa vez, para hablar y compartir alguno de esos momentos que

conformaban la Navidad.

¿Qué por qué me gustaba la empresa para la que trabajaba? Porque celebramos la Navidad como ninguna otra lo celebra. A pesar de que en el día a día de nuestra compañía compartimos un ambiente familiar, a finales de diciembre, sí que somos una

familia de verdad.

Ese año, decidimos preparar el juego del amigo invisible. A mí, me había tocado el novato de la empresa, Leo. Yo no lo conocía tan bien como lo hacía Claudia, y no tenía idea de que

comprarle.

—¡Es que no tengo la más mínima idea de que regalarle! —me

queje.

—Piensa que es un compañero del trabajo —me aconsejó—. No

te compliques la vida.

—¿Un libro? ¿Ropa? ¿Chocolate?

—Le gusta la naturaleza, mucho.

—Vale, gracias, voy a buscar algo en Amazon. —Rápidamente

colgué.

Después de buscar varios minutos, encontré un pack de libros sobre árboles mediterráneos y sin pensarlo lo compré, para que

llegase lo más rápido posible.

***

—Vale, ¿estamos todos ya? —preguntó el jefe de la empresa.

—¿Quién abre su regalo primero?

—Sí, creo que sí —confirmó Claudia. —Que empiece Virginia —sugirió.

Todos parecían estar de acuerdo, así que me puse de pie y agarré

el regalo que tenía mi nombre.

—El envoltorio me encanta, ya con eso, me sirve —bromeé para

descargar un poco el ambiente.

Empecé a desenvolver la caja de un tamaño bastante peculiar para descubrir que mi amigo invisible me había regalado unas

gafas de nadar.

—Tienes una nota por detrás —me señalo Claudia.

"Para que puedas nadar a gusto la próxima vez que te caigas en

el retiro."

Me empecé a reír descaradamente y miré a Claudia, era la única integrante de la empresa que sabía lo de Jaime, y prácticamente, mi hermana.

Los demás fueron abriendo los regalos, a Claudia, le habían regalado unos cascos, siempre está escuchando música en alto, todo nos reímos. A Leo le encantó su regalo, no le quise decir que se lo había regalado yo, la persona que menos esperaba.

Eso, eso era la magia de Navidad.

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