Jaime
Una semana para semana santa lo que significa que faltaba una semana para nuestro viaje a Mallorca. Realmente no tenía mucha ropa veraniega o playera. Aunque era primavera, la temperatura en el Mediterráneo era bastante cálida, rondando los 20-30 grados centígrados. No sabía si Virginia tenía ropa veraniega. Por eso la invité a una tarde de compras. "Pasaré a buscarte a las 5 de la tarde, te espero puerta de tu casa". Cuando llegué, la vi esperándome apoyada en la pared, estaba preciosa, llevaba una falda rosada y una camiseta blanca con flores a juego, tenía el pelo acomodado de una manera preciosa, en una especie de trenza, en la misma que tenía en la primera videollamada que hicimos. Cuando me vio, salió corriendo a darme un abrazo. Desearía haberla besado. Desearía haberla cogido del cuello y haberla besado. Maldito amor que nos incita a hacer locuras. Me contuve, le presté un casco y los dos nos
fuimos al centro comercial en mi moto.
No tenía ni idea de que comprar, sabía que no tenía ropa para llevarme a Mallorca, pero no tenía nada en mente. En cambio, Virginia sí que lo tenía claro, había escrito una lista de lo que necesitaba, por orden de prendas y tiendas. Tan pronto como sacó la lista, mis ojos se abrieron como platos, ¿cómo podía estar enamorado de una chica más perfecta que yo? Sí, vale, era
egoísta, pero ella me hacía ser egoísta.
—¿Qué estás mirando? Me gusta ser organizada. Ahora sé lo que necesito comprar para tener todo lo que debo guardar en la maleta. Pero, en cambio, mi mejor amigo es un despistado que no tiene la menor idea de que comprar, ¿me equivoco? —bromeó—. No te preocupes, te voy a ayudar, esa es una de las
razones por las que estoy aquí, ¿no?
Fuimos de tienda en tienda, comprando todos los artículos de su lista. Cada pieza de ropa que se probaba, cada vez que salía del probador, me daba más cuenta que Virginia era la mujer de mi vida, que aunque nos conocíamos solo desde hace algunos
meses, mi corazón solo la quería más cada día.
Cuando terminó con toda su lista, fuimos a comprar algunas
cosas para mí.
—¿Qué debería comprarme?
—Yo sí que no lo sé. A ver, ¿qué te hace falta? Bañadores,
camisetas, bermudas...
—Pues un poco de todo. En mi casa únicamente tengo ropa
formal.
—Vale, pues te compraremos un par de cada.
Creo que ese fue el día más divertido de mi vida. Ver como
Virginia se lo pasaba también conmigo, como teníamos tanta me hizo suponer que desde que mi relación con Beatriz se terminó, me convertí en mejor persona, que Virginia me convirtió en
mejor persona.
Terminamos de comprar todo y mientras que salíamos del centro comercial, Virginia se paró enfrente de un escaparate, observando un vestido coral precioso, casi del mismo tono que su pelo, un poc más claro. Se notaba como lo quería, no me lo pensé dos veces y entré a la tienda a comprarlo, ella me siguió,
intentando convencerme de que no lo hiciera.
—Jaime, Jaime, escúchame, no me lo compres, por favor,
escúchame.
—Virginia, Virginia —repetí en su tono preocupante —. ¿Cuál
es tu talla? —bromeé.
Me agarró de la mano para intentar pararme, al ver que no lo
lograba me soltó.
—M, talla M.
Saqué mi tarjeta y lo pagué, sin que me importase el precio, solo me importaba ella. La dependienta me dio una bolsa con el
vestido.
—Espero que te encante, y que te lo pongas mucho. —Le di la
bolsa—. Y que pienses en mí cuando te lo pongas.
Virginia se quedó sin palabras. Salimos de la tienda y solo podía fijarme en lo feliz que estaba ella, en lo feliz que me hacía. Su sonrisa me encantaba, no me importaba gastarme dinero en
regalos, solo si eran para ella.
—Muchísimas gracias, Jaime, te has pasado. —Me dio un beso
en la mejilla—. Me encanta, no sé cómo te lo pagaré.
Salimos del centro comercial y regresamos, la dejé en su casa. Al volver a la mía me di cuenta de la hermosa puesta de sol que había allí. Mallorca iba a ser el mejor viaje de mi vida, no me importaba el destino, tenía la mejor amiga para explorar junto a
ella.
Aunque me gustaba Virginia, me ayudó mucho saber que no tenía ninguna oportunidad con ella. Ella solo me miraba como a un amigo. Y eso estaba bien, me gustaba ser su amigo. Mallorca
iba a ser el viaje. No podía esperar. Ni siquiera una semana.
***
Estaba muy emocionado, nada más quedaba un día para volar y no era porque me encantaran los vuelos, y las fotos de amaneceres y atardeceres, sino porque hacía mucho tiempo que no viajaba en avión. Por lo general, siempre sabía y me agradaba qué o cómo guardar las cosas, de lo contrario, en ese momento no podía hacerlo solo, me estresaba mucho. Mi hermano tuvo que ayudarme, y me estaba persuadiendo para que siguiera mi
corazón, dirección que no iba a tomar.
—¿Estás seguro de que no le dirás la verdad? Tus sentimientos
importan tanto como los de ella.
—Segurísimo. Incluso cuando esté borrachísimo, estoy bastante seguro de que no le diré nada, mi cerebro no lo hará. Confió en
él.
Después de cerrar—como pude—, la maleta y de la tabarra de mi hermano y sus charlitas, me pude acostar muriéndome de la
emoción sabiendo que lo iba a pasar genial.
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El Plan T
Romance¿Qué harías tú si la persona que más has llegado a querer te invita a su boda? ¿Y si tu pareja corta contigo por mensaje? Esta es la historia de Virginia, una joven reportera que se muda a la gran ciudad después de terminar su carrera, y de Jaime, u...