Capítulo 5

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La cabeza me daba vueltas y sentía que mis piernas temblaban.

Cerré los ojos pensando que me lo estaba imaginando, pero no era así. Estaba delante de mí como si nada, mirándome con ese porte seguro de sí mismo.

— No puede ser, Mikey, eres tú — negué respectivas veces mirándolo.

— Antonella tranquila — dio pequeños pasos para llegar a mí.

Mi respiración se aceleró a tal nivel que noté ver todo borroso, el aire ya no entraba con normalidad por la nariz. Inhalaba y expiraba rápido y brusco sin llegar a retener el aire necesario para mantenerme en pie.

Pude ver como Mikey corrió a socorrerme cuando me vio perder el equilibrio. Desde entonces lo vi todo negro, deje de escuchar su voz, la cual decía mi nombre con cierta preocupación.

...

Antonella....

¿Qué te pasa Antonella, has visto un fantasma, o tal vez a Mikey?

Antonella...

Madura de una puta vez, no puedes estar llorando todo el puto día por una persona que ya está muerta. Madura, madura.

¡Madura!

Abrí los ojos sobresaltada, otra vez esas voces. Cuando Mikey murió a cada momento las escuchaba, aunque estuviera despierta, me llegué a dar por loca, pero mi psicóloga me informó que era normal imaginarme cosas en ese momento tan duro de mi vida. Poco a poco fueron desapareciendo a la par que Natt profundizaba en mi vida, ya que no me sentía sola. Pero ahora que, porque volvieron, por qué.

— Anto cariño, ¿estás bien? — vi a Margarita humedecer mi frente con un paño húmedo, supuse que estaba caliente o sudando.

— Margarita — apoyé primeramente mis codos para luego apoyar mis manos en el colchón, pude sentarme algo aturdida todavía recostando mi espalda en una almohada que me había ofrecido.

Todos me miraban en ese momento: Nelson, Camila y Margarita. Me miraban con cierta preocupación, lo cual me hacía dudar si lo que había pasado camino a la casa fuese verdad o mi imaginación.

— ¿Dónde está? — sentía la garganta seca, así que las palabras no salieron con la fluidez que esperaba.

— Antonella, primero tienes que...

Lo interrumpí.

— Nelson pregunté dónde está, no si tengo que calmarme o recuperarme, llevé dos años manteniendo la calma y te aseguro que sé cómo llevarlo ahora.

Mis palabras no dejaron de qué hablar a ninguno de los tres, no tenían cara de sorprendidos ninguno por tal noticia, pero tampoco me lo negaron, eso decía que él estaba vivo.

— ¿Lo sabías verdad? — tuve el valor de preguntar, aunque ya sabía sus respuestas.

— Anto antes de que te...

La volví a interrumpir.

— Estoy cansada de que me traten como estúpida, Camila la pregunta es clara y con solo dos respuestas, ¿lo sabías o no?

— Sí, sí lo sabíamos — respondió Nelson sin más rodeos.

Me esperaba dicha respuesta al ver sus rostros como si nada, pero no me lo podía creer todavía.

— ¿Por qué, por qué no me dijeron? — los juzgué con la mirada, y eso era poco para lo que merecían.

— Hija Mikey nos pidió que no dijéramos nada, era su decisión, no la nuestra.

Adicto Deseo [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora