Capítulo 31

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Me observé detalladamente en el espejo. Llevaba puesto un vestido floral con tonos café, ajustado pero suelto en la parte inferior. No estaba segura si era adecuado para la ocasión; primero vería a Pamela y luego acompañaría a Mikey a su empresa. Opté por un medio recogido, dejando algunos mechones rizados sueltos. Agarré un pequeño bolso café y unos cómodos zapatos del mismo color. Me añadí algunos accesorios y me volví a evaluar en el espejo.

— Estás hermosa, deja de mirarte tanto — Mikey se acercó por detrás y me abrazó por la cintura, depositando un beso en mi cuello.

— Gracias mi amor — Acaricié su mejilla mientras lo miraba a través del espejo. Llevaba puesto un traje beige y el cabello peinado hacia atrás. No sabía si era mi momento de ovulación o si este hombre simplemente se volvía cada vez más guapo.

— Venga, vamos — Su mano se deslizó en la mía, entrelazando sus dedos con los míos. No pude evitar sonreír mientras observaba nuestras manos juntas. — Campeón, vamos — llamó la atención de Mike, quien estaba en la cama jugando con sus juguetes. Se acercó gateando sobre la cama y Mikey lo tomó en brazos con su otra mano. Salimos de la habitación y cerré la puerta detrás de nosotros. Bajamos las escaleras y llegamos al piso de abajo.

Raramente no había nadie abajo; parecía que todos habían desaparecido en un instante. Salimos de casa y nos subimos a un auto extraordinariamente elegante: todo en tonos marrones y negro, con un techo bajo. No sabía de qué marca era, pero se notaba que era costoso. Mikey se encargó de colocar al niño en su sillita en la parte trasera, asegurándolo bien. Me abrió la puerta y entré, admirando su hermoso interior de cuero en tonos crema y marrón. Este carro me encantaba; además, era sorprendentemente espacioso por dentro. Observé cómo Mikey se acomodaba en el auto y encendía el motor con una llave en forma de tarjeta. El techo comenzó a recogerse.

— ¿Cuántos autos tienes? — Lo observé con curiosidad mientras comenzaba a poner la marcha y arrancar.

— Veintitrés, con este veinticuatro — Giró el volante con una sola mano, manejando con una elegancia que lo hacía lucir realmente atractivo. Tenía veinticuatro autos, ¡increíble! Nos dirigimos hacia el hotel donde Pamela estaba hospedada. El trayecto fue tranquilo y relajante, especialmente teniendo a Mikey a mi lado con nuestro hijo. Lo observaba de vez en cuando, disfrutando del paisaje mientras jugaba felizmente con sus manos.

Estacionó en el parking del hotel y salió del auto. Antes de que tuviera tiempo de salir, él me abrió la puerta y extendió su mano como todo un caballero. Me desabroché el cinturón y tomé su mano al salir del auto. Acomodé mi vestido una vez afuera y luego se dirigió hacia nuestro hijo, ayudándolo a bajar y dejándolo en el suelo para que caminara. Con la tarjeta, bloqueó el auto y los tres, tomados de la mano, nos dirigimos hacia el ascensor.

Una vez dentro, Mikey presionó el número nueve y las puertas se cerraron, empezando a ascender. Miraba los números con un poco de nerviosismo, y Mikey lo notó. Me rodeó la cintura con el brazo y me acarició para calmarme.

Una vez en el piso nueve, salimos del ascensor y caminamos hasta el fondo del pasillo, donde había dos personas paradas frente a una puerta. Ambas personas inclinaron la cabeza al ver a Mikey y le dijeron algo en italiano que no logré entender. Toqué la puerta y escuché la voz de Pamela desde el otro lado diciendo "Voy".

Cuando abrió la puerta, la vi. Se quedó en shock por un momento y luego vino hacia mí abrazándome con fuerza. Correspondí al abrazo, aunque me contuve un poco debido a mis heridas.

— Señora — Me tomó de las manos con una enorme sonrisa en los labios. — Pensé que no la volvería a ver.

— Cómo crees, tenía que venir a despedirme — Sonreí un poco mientras la miraba.

Adicto Deseo [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora