Capítulo 20

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Me hundí en el agua y abrí un poco los ojos, viendo el reflejo del amanecer en la superficie. Sentí cómo el agua envolvía mi cuerpo y cómo mis pulmones se llenaban momentáneamente. Un leve sentido de ahogo me invadió. La sensación de estar sumergida y la presión del agua a mi alrededor me recordaron lo frágil que era la vida en ese momento.

Abrí los ojos despacio, como quien teme que el sueño se desvanezca demasiado rápido. La habitación estaba entre la oscuridad y la luz matutina que se colaba por las persianas. Reconocí al instante mi cuarto, mi cama, y mi pijama.

Me incorporé con cuidado, apoyando la espalda en el cabezal. La sensación opresiva que había sentido en aquel momento persistía en mi pecho. Mis sandalias estaban junto a la cama, así que las tomé y me dirigí hacia la puerta.

Desde abajo llegaban voces, como si toda la casa estuviera llena de gente hablando. Bajé las escaleras con cautela, agarrándome a la barandilla para mantener el equilibrio. Cada paso resonaba en el silencio.

Seguí las voces que llevaban al comedor, allí estaban: Camila, Nelson, Natt, Margarita y Mike.

— ¡Antonella! — Camila pega un salto de la silla corriendo hacía donde estaba — Por fin despiertas — me estrecha contra sus brazos como si no me hubiera visto hace mucho tiempo.

— Hola Cami — correspondí su abrazo. Tenía la garganta seca, por lo que mi voz salió ronca.

Todos se acercaron a mí con expresiones de alegría. Natt sostenía a mi hijo en brazos, quien prácticamente saltó hacia mí en cuanto me tuvo cerca.

— Mi amor... — lo abrace con fuerza depositando números besos en toda su cara.

— Mami — también me abrazó y cuando dejé de besarlo él hizo lo mismo, me regaló unos cuantos besos.

— Siéntate, debes de estar cansada. Estás pálida — Natt apoya una mano en mi espalda dirigiéndome a los sillones para que tome asiento.

— ¿Cuánto llevo dormida? — sentándome con mi hijo en brazos.

— Tres días — respondió Margarita dándome un vaso de agua.

— ¿Tres días?— cómo era posible eso, tres días — No puede ser... Tres días es mucho.

— Pues si, fueron tres días, tuvo que venir el doctor a suministrarte suero para mantenerte hidratada. Ibas a ser internada si no despertabas en un periodo de cuatro días.

Todo me parecía surrealista, estuve en coma por un ataque de asma y casi ahogarme.

— De hecho voy a llamar al médico para que venga a revisarte — Nelson saca el teléfono de su bolsillo y se aleja.

Miré a Natt, sin comprender qué hacía allí, aunque también podía suponerlo. Teníamos una cita ese día y no había acudido, ni siquiera lo había llamado durante los días siguientes. Sin embargo, decidí no abordar ese tema por el momento. Miré a Camila y a Margarita con una sonrisa, indicándoles con gestos que estaba bien, pero que prefería quedarme a solas con Natt. Ellas entendieron el mensaje y se retiraron a la cocina después de decirme que prepararían algo de comida para mí.

Nos quedamos solos por un momento, y nuestros ojos se encontraron. Antes de que pudiera decir nada, Natt me besó. No me lo esperaba en absoluto. Una de sus manos sujetaba mi mejilla con suavidad, y sus labios se movían con delicadeza sobre los míos. Sin embargo, pronto me di cuenta de que no estaba bien, así que me separé de él.

— Natt...

— Lo siento, pero tenía que hacerlo, me preocupé tanto por tí, ¿por qué no me dijiste nada?

Adicto Deseo [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora