Capítulo 35

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— ¿Camila, está bien? — di unos pasos hacia atrás mostrando el vestido de color rojo oscuro con tirantes finos y un escote redondo y caído. Se ajustaba a la figura y tenía una abertura en la falda.

— Está perfecto, estás hermosa. ¿Y yo, cómo estoy? — se levantó, mostrándome su vestido largo de seda, de color rosa metálico, con tirantes finos y un escote drapeado.

— Preciosa — sonreí, terminando de plancharme el cabello.

Escuchamos unos golpes en la puerta y una voz detrás de ella.

— Chicas, vamos a llegar tarde — dijo Nelson, apurándonos.

— Corre, Camila — desconecté la plancha y cogí mi bolso beige pequeño.

— Ya vamos, amor — respondió Camila, echándose perfume — Sí, sí, corre — tomó también su bolso blanco pequeño y nos miramos en el espejo posando — Divinas.

— Divinas — chocamos las palmas y abrimos la puerta. En la pared de enfrente estaba apoyado Nelson con un traje negro, camisa blanca y chaqueta abierta.

— ¿Qué tal? — posó Camila, a lo que Nelson, quien no le quitaba la vista de encima, sonrió.

— Preciosa, toda una princesa — tomó su mano dándole un beso. — Tú también estás muy guapa, cuñadita — me sonrió también, dándome un beso en la mano — Adelante, señoritas — señaló el pasillo, haciéndose a un lado.

— Gracias — dijimos al unísono con una pequeña sonrisa. Bajamos, despidiéndonos de Manuela y Margarita, quien había venido a hacerle compañía a su amiga.

— Mike, mi amor, pórtate bien — me agaché, viéndolo jugar en el suelo.

— Zi— me miró sonriente, poniendo morritos. Me agaché para que me diera un beso en la mejilla. — ¿Regalo?

— Mmm... si te portas bien — reí, mirándolo.

— Zii — aplaudió feliz.

— Siii — me reí y le di un beso en la frente. Salimos de la casa y vi a Mikey hablando con uno de los de seguridad. Me acerqué por detrás en silencio para no interrumpirlo y acaricié su brazo musculoso haciendo que me mirara de reojo. Tomó mi mano, acariciándola, terminando de decirle algo al guardia en italiano, y se retiró.

— Ma che bello — me miró de arriba abajo, lo que me hizo reír un poco.

— ¿Eh? — pregunté extrañada, abrazándome a su cuerpo y sintiendo el fuerte olor de su colonia, que tanto como él, me volvía loca.

— Que estás hermosa — rodeó mi cintura con sus brazos, pegándome a su cuerpo mientras juntaba nuestros labios.

— Qué lindo el amor, pero vamos, llegamos tarde a la comida — dijo Nelson riendo, entrando en el auto donde había venido junto a Camila.

— Luego termino de comerte — susurró Mikey en mi oído.

— Eso espero — dije, mirando sus suaves labios. Abrió mi puerta, invitándome a entrar — Gracias, amor — me senté, poniéndome el cinturón, mientras él daba la vuelta y entraba.

En el camino, me detuve a mirarlo con atención. Llevaba un traje beige que realzaba su figura maciza y una camisa blanca, abierta en el pecho, dejando a la vista su torso tonificado. Sus manos fuertes agarraban el volante con destreza, y la luz del sol que entraba por la ventana del coche acentuaba sus rasgos cincelados, dándole un aire irresistible.

No podía apartar los ojos de él. La manera en que sus músculos se movían bajo la tela de la camisa, el leve brillo de sudor que hacía resaltar su piel, y su mandíbula firme mientras se concentraba en la carretera... todo en él emanaba una masculinidad atractiva.

Adicto Deseo [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora