— Tu corazón.
No estaba preparada para la reacción que iba a tener mi cuerpo al escuchar esas palabras. Su mirada azul nunca abandonó la mía ni quería que lo hiciera, su aroma era hipnotizante. Sus labios estaban entreabiertos mientras él acariciaba mi labio inferior.
Abrí la boca intentando hablar, pero ningún sonido salió de ella, él sonrió con ternura mirándome.
— Yo... — mi voz se desvaneció y lo intenté nuevamente, pero Mikey presionó más su dedo impidiéndomelo.
— No tienes porqué decir nada, ya veo que te he dejado sin palabras, quién lo diría — dijo suavemente en un tono burlón.
— Cállate — refunfuñé golpeando suavemente su hombro. Rio sorprendiéndome. Estaba conociendo a un Mikey que nunca creí conocer, está tan abierto y tan poco tenso que me dejaba estupefacta.
De alguna forma una pequeña chispa se había colado por nuestras miradas, lo que venía a continuación fue inevitable.
Mikey soltó una maldición antes de bajar su cabeza hacia mis labios y besarme con fuerza.
No pude contenerme, aunque quisiera, mis propios gruñidos fueron incontenibles mientras todo el deseo, y confusión, se apoderaba de mi cuerpo.
Le regresé el beso, decidida a participar a pesar de que una parte de mí me decía que parase. Estaba ansiosa por satisfacer mis ansias de poder besarlo y tocarlo. Llevaba queriendo hacer esto desde hace tiempo. Abrí mi boca para recibir su lengua y dejarlo juguetear conmigo, invitándome a seguirlo.
Mis dedos recorrieron gustosamente sus musculosos brazos. Estaban tapados por la fina tela de la camisa.
— Antonella... — su voz había adquirido un tono ronco poniendo mi piel de chinita — maldita sea, te deseo — Recorrió sus grandes manos por mi cuerpo, haciéndolo sentir minúsculo por el gran tamaño de estas. Rompió el beso para mirarme a los ojos con un azul tan intenso y hermoso. Me tomó en sus brazos y me llevó a la cama. Me recostó mirándome fijamente a los ojos. Me sentía desnuda delante, su mirada recorría todo mi cuerpo, desnudándome con ella y haciéndome sentir viva y deseada.
— Mikey... — sentía una presión insoportable en el pecho, lo cual no me dejaba respirar con facilidad. Sus manos se posaron en la cremallera de la chaqueta, bajándola lentamente sin dejar de mirarnos.
— No sabes cómo añoraba tenerte así, a mi merced — terminó de quitarme el abriguito para luego quitarme el top blanco que llevaba debajo. Sus ojos se clavaron en mi pecho, el cual fue descubierto — ¿Te hace el amor? — sus labios tomaron los míos, pero esta vez fue un beso corto que me dejó pidiendo más.
— ¿Qué? — murmuré con la garganta seca y con fuertes olas de calor recorriendo mi cuerpo.
— Qué si tu marido te hace el amor — Sus labios bajaron hacia mi cuello dejando pequeños besos en él.
— ¿A qué viene eso? — Estaba aturdida, lo cual no me dejaba pensar bien, no procesar nada. Mi cuerpo era candela pura al igual que mis mejillas. Estaban ardiendo a tal nivel que me dolían.
— A qué te cogeré mejor de lo que hace él, y te haré venir como nunca nadie lo ha hecho — Parecía estar dejando un rastro de fuego tras de sí, y entonces lo inevitable pasó...
— ah... ¡Ah! — grité cuando su boca comenzó a succionar mi pecho, me sostuve de sus hombros y me arqueé bajo las mantas, separando mi torso de la cama, pegándose más a él.
— Qué delicia — relamió sus labios musitando en un tono ronco, dando lametazos y moldeando mi otro pecho, si su intención era dejarlos rojos, ya lo estaba consiguiendo — Odio saber que te ha tocado repetidas veces y que te ha hecho venir.
ESTÁS LEYENDO
Adicto Deseo [#2]
RomanceDos años después fueron suficientes para Antonella. Reconstruyó su vida a pesar de un largo sufrimiento, pudo sacar adelante a su querido hijo el cual fue producto de su gran amor que perdió por las injusticias. Ella se volvió a enamorar y se casó...