Antonella
Sentí unas caricias en mi mejilla y me moví un poco, abriendo los ojos. Vi a Mikey mirándome mientras acariciaba mi rostro lentamente.
— Ya hemos llegado — me dijo mientras me daba un suave beso en la frente.
— ¿Ya? ¿Tan rápido? — me incorporé sobre sus piernas. Después de volver a la playa, nos habíamos estado bañando un poco, viendo el atardecer, y luego nos arreglamos para tomar el avión que nos esperaba para volver.
— Has estado durmiendo todo el trayecto — sentí sus manos en mi cintura.
— Upsi — me reí, levantándome de sus piernas al ver cómo se abría la puerta del jet.
— Dormilona — se incorporó.
— Es tu culpa, amor, me has dejado muy cansada — me justifiqué, haciendo pucheros mientras me frotaba los ojos un poco.
— Claro, mi culpa — me tomó de la cintura, dándome un casto beso. — Venga, vamos — señaló la puerta. Salí con cuidado, mirando toda la pista. Ya había autos esperándonos y el señor que me había traído también.
— Amor — cuando bajé del todo, me giré para mirar a Mikey.
— Dime.
— ¿El chico, quién es? Me suena mucho — dije haciendo un pequeño gesto en dirección al joven de forma disimulada.
— Es Dante, ¿no te acuerdas de él? — dijo de manera inexpresiva.
— ¿Dante? — exclamé con sorpresa y me giré para mirarlo. Claro, es él. ¿Cómo es posible que no me acordara? Me acerqué a él sonriente — ¡Dante!
— Señora — él me sonrió de manera educada.
— Por Dios, no me acordaba. Sabía que me sonabas de algo, pero no caía en cuenta — me reí mirándolo.
— No se preocupe, señora, lo supuse. Ha pasado mucho tiempo.
— Mucho. ¿Qué ha sido de ti?
— Bueno, señora, me casé y hace un año nació mi hija — dijo en un tono inexpresivo pero con un brillo en sus ojos.
— ¿En serio? ¡Muchas felicidades, Dante! — aplaudí, muy feliz por él.
— Gracias, señora — asintió levemente con la cabeza — A usted y al señor Grace, felicitaciones por su boda. Va a ser un placer estar de nuevo a su servicio.
— Ay, Dante, déjate de formalidades. Puedes tratarme de tú — lo miré riendo un poco.
— Podría, pero desde mi punto de vista, señora, no lo veo factible. Prefiero llamarla señora Grace, como se merece.
— Bueno, señora Grace suena bien — mostré el anillo y reí un poco. Dante tampoco pudo ocultar una sonrisa. Me giré para mirar a Mikey, que estaba apoyado en el auto, de brazos cruzados, mirándonos hablar. Estaba serio, pero no sentía que estuviera molesto. Supongo que tenía una gran confianza en él.
Entramos al auto, Mikey y yo en uno aparte, y Dante en otro que iría detrás de nosotros. Mikey comenzó a conducir mientras yo miraba el paisaje nocturno por la ventana. Miré mi anillo, sin poder creer todavía que era la esposa de mi hermoso narco barbie. Observé a Mikey conducir y, para mí, era el ser más atractivo del planeta: sus brazos con las venas marcadas, sus grandes manos agarrando el volante y la otra en mi muslo. Agarré su mano, mirando el anillo, y luego miré el mío. Aproveché para tomar una foto y guardarme este hermoso recuerdo.
No sé en qué momento, pero llegamos a casa. No era donde nos quedábamos normalmente, sino la casa que Mikey había mandado construir para nosotros.
— Llegamos — sacó las llaves del auto, apagó el motor y dio la vuelta para abrirme la puerta. Miré la casa, feliz. Parecía un poco distinta, más decorada por fuera, con más plantas, flores y farolillos.
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Adicto Deseo [#2]
RomanceDos años después fueron suficientes para Antonella. Reconstruyó su vida a pesar de un largo sufrimiento, pudo sacar adelante a su querido hijo el cual fue producto de su gran amor que perdió por las injusticias. Ella se volvió a enamorar y se casó...