MARZO
༄
ABRIL
༄
MAYO
Mikey
Los meses pasaron y el vacío que dejó Antonella se volvió casi insoportable. Sentía que me hundía en un abismo de soledad y desesperación. A menudo, me encontraba al borde de recaer en el alcohol, pero algo, o mejor dicho alguien, siempre lograba mantenerme en pie. Mike, mi pequeño hijo, era la luz que iluminaba mis días oscuros. Gracias a él, he logrado mantenerme cuerdo y controlado, pero desde que Antonella no está, mi mundo se siente incompleto.
Me miré en el espejo, vistiendo un esmoquin negro entero, incluida la camisa. Suspiré profundamente mientras cogía la billetera y la abría, viendo una foto de mi morenita y nuestro hijo. La saqué, besándola, y la volví a su lugar antes de guardarla en mi bolsillo junto a las llaves de la casa y del auto. Antes de salir de la habitación, eché un vistazo alrededor, viendo el oso que le había regalado junto al ramo de flores marchitas. Por un segundo, la vi nuevamente sosteniendo el ramo con una gran sonrisa, como aquella noche que se lo di.
—Mikey —escuché la voz de Nelson detrás de mí, haciendo que la silueta de Antonella se esfumara—. ¿Estás bien? —tocó mi hombro con suavidad.
—Sí, vamos —respondí, cerrando la puerta y dirigiéndome hacia las escaleras—. Vamos, Mike —le dije, viendo a mi hijo jugar en el suelo.
—¡Zi! —exclamó, extendiendo los brazos hacia mí. Lo levanté del suelo y besé su frente, mirando su cabello, que me recordaba tanto al de Antonella. Toda ella estaba en esta casa.
—Adiós, Manuela —me despedí de nuestra empleada, quien estaba desempolvando las estanterías.
—Adiós, señor. Que les vaya bien —dijo con una sonrisa, dirigiéndose a Nelson y a mí.
—Gracias —respondió Nelson, devolviéndole una pequeña sonrisa.
Salimos de la casa y nos dirigimos al auto negro. Coloqué a Mikey en su sillita y Nelson y yo nos subimos, rumbo a la funeraria. Tiempo después, llegamos y aparcamos en el garaje. Salimos del auto y nos dirigimos a la planta cinco. Entramos a una sala y dejé a Mike en un sillón para que no viera el cuerpo. Junto a Nelson, caminé hasta una pequeña sala donde, detrás de un gran cristal, se hallaba el cuerpo sin vida de Alonso con una corona de flores detrás. Lo miré con los brazos cruzados durante un buen rato.
—No entiendo por qué quisiste enterrarlo, y por qué hasta ahora —dijo Nelson, también mirando el cuerpo de Alonso a través del cristal.
—No hay un porqué en verdad —respondí de forma inexpresiva—. Solo lo hice.
En realidad, mi idea era incinerarlo y arrojar sus cenizas lejos de aquí, para que no estuviera definitivamente en mi vida.
—Papi —escuché la voz de Mike a mi izquierda y sus pasitos aproximándose. Antes de que entrara, lo agarré y lo miré.
—¿Qué ocurre, pequeño? —acaricié su espalda.
—Quielo totolate —sonrió, enseñando sus dientitos.
—¿Un helado? —no pude evitar formular una sonrisa por su ternura.
—Zi —aplaudió feliz.
—Pues vamos, pequeño. Te lo va a comprar tu tío Nelson —miré de reojo a Nelson, quien negó con una pequeña risa.
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Adicto Deseo [#2]
RomanceDos años después fueron suficientes para Antonella. Reconstruyó su vida a pesar de un largo sufrimiento, pudo sacar adelante a su querido hijo el cual fue producto de su gran amor que perdió por las injusticias. Ella se volvió a enamorar y se casó...