Capítulo 24

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 Mikey

Tras sus palabras tan fuertes, se metió dentro de la habitación mientras escuchaba sus sollozos. No podía soportar escucharla llorar, y mucho menos si era por mi culpa.

Suspiré, llevando mis manos al rostro. En verdad, ella tenía razón en todo. La había rechazado y la había tratado mal, pero no por lo que ella pensaba. ¿Cómo podía pensar que me daría asco? Nunca me daría asco nada de ella, absolutamente nada. Toqué la puerta, pidiéndole que me abriera, pero no recibí respuesta, solo escuchaba sus llantos que trataba de callar, pero no lograba.

Imbécil Mikey, imbécil.

Fui al despacho que había en la planta de abajo. Necesitaba hacer unas llamadas y quise dejar a Antonella recomponerse antes de hablar con ella más tranquilamente.

— Hola Nelson.

— Hola Mikey, ¿habéis llegado ya?

— Si.

— ¿Y qué tal, cómo está Antonella?

— Mal, hemos discutido.

— ¿Por qué, qué pasó?

— Dice que la rechazo, que me cansé de ella, entre más cosas.

— Te lo dije, no tenías que tener esa actitud con ella.

— No me vengas a dar clases de moral, voy hablar con ella. Pero dime, ¿encontraron ya el maldito almacén?

— No, no lo han encontrado

Pegué un golpe sobre la mesa molesto.

— Me cago en la puta — solté un fuerte suspiro — Qué sigan buscando hasta que encuentren algo. Y lo mismo con Natt, la tierra no es tan pequeña para Mikey Grace, así que lo encuentran.

— Voy a intentar agilizar todo, y si eso, me pongo a buscar yo también. Te dejo, tengo que hacer algunas cosas. Si hay novedades te aviso.

— Vale, adiós — Finalicé la llamada y procedí a realizar otras. Hacía días que nos habíamos enterado de que Alonso había estado realizando movimientos extraños en el extranjero, pero no sabíamos cuáles. Al parecer, era algo importante y necesitábamos detenerlo cuanto antes. Sin embargo, nada salía como queríamos, todo iba lento, y me estaba volviendo loco. Natt, el muy perro, se había escaqueado de mí, como si se lo hubiera tragado la tierra, no aparecía por ningún lado. Pero no iba a tardar en salir; cuando lo tuviera en mis manos, iba a acabar con él.

Tras realizar unos movimientos y tratar el tema de Alonso y Natt, salí del despacho para ir a verla. Cuando llegué arriba e intenté abrir la puerta, entré, pero para mi sorpresa, no estaban ni ella ni Mike. En ese momento, me asusté, pensando que ella se había ido. Salí de la habitación y bajé las escaleras, molesto, pero no con ella, sino conmigo mismo. Si llegara a irse, a escapar de mí, no lo soportaría.

Quién lo diría, el mismo Mikey Grace, conocido por su temple inquebrantable, ahora se encontraba temeroso de perder a alguien, a una persona.

Mientras observaba desde lo alto, a través del gran ventanal que daba a la playa, sentí una oleada de paz al verla sentada en la arena junto a Mike. El sol comenzaba a elevarse en el horizonte, bañando su hermosa piel morena con un brillo dorado, mientras su cabello ondeaba al viento con gracia. Su sonrisa iluminaba su rostro, haciéndola aún más radiante. Ella era simplemente hermosa, y yo me sentía como un completo idiota por haberla hecho llorar, por haber alimentado ideas equivocadas que solo causaron dolor. Ahora, ella parecía castigarme manteniéndose distante.

Adicto Deseo [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora