Capítulo 22

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El auto se detuvo frente a un bar que ya habíamos frecuentado Natt y yo. Salí del vehículo con ambos guardaespaldas detrás de mí, asegurándome de colocar bien el collar para que fuera visible. Antes de entrar, recibí un mensaje de Mikey que decía: "Que no te ponga una mano encima." Me lo imaginé diciéndolo con su voz grave y un tono serio. Respiré profundamente y caminé hacia la entrada del bar. Antes de ingresar, una voz me llamó desde atrás. Era Natt, sentado en una de las mesas del exterior. Lo observé desde la distancia y me acerqué a él lentamente, escoltada por los guardias. Pude percibir cómo nos miraba.

— Hola Antonella — rápidamente se acerca hacia mi para darme dos besos en las mejillas. Acto seguido, coge un ramo de flores que estaban en la mesa ofreciéndomelas — Son para ti. — las miré sonriendo de una manera un tanto forzada, pero las cogí.

— Gracias Natt — me senté dejando las flores en mis piernas. Estaba tan nerviosa que sentía que escuchaba mis latidos.

— Estás bellísima, bueno, siempre lo estás — rio un poco admirando mi vestimenta.

— Gracias Natt — tomé aire y lo miré a los ojos — Natt...

— ¿Quieres tomar algo? — me interrumpió mirando la carta.

— Natt he venido a hablar contigo de algo muy importante, será breve, así que no necesito nada. Gracias. — Tomé fuerzas para poder decírselo — Voy a ser directa, quiero el divorcio.

Su semblante, que lucía sereno e incluso alegre, se tornó serio, sin mostrar ninguna expresión.

— ¿El divorcio? — repite lentamente.

— Si, el divorcio. Natt, no puedo seguir engañándote, ni engañándonos a los dos. Yo te aprecio, estos dos años que hemos compartido juntos fueron los mejores de mida, sin ti no hubiera podido salir a flote con mi hijo, pero me he dado cuenta que lo que siento por ti no es el amor que tú quieres que sea, y que a pesar del tiempo... no creo conocerte bien.

— ¿Ha pasado algo, Mikey, te ha dicho algo? — se movió colocándose bien en la silla generándome un susto al pensar que se levantaría — ¿Por qué estás nerviosa, estás bien?

— Si, estoy bien, solo que no quiero lastimarte. Mikey no me ha dicho nada. ¿Acaso, tenía que decirme algo? — lo miré a los ojos intentando esperando alguna respuesta, lo más mínimo aunque sea.

— No — fue una respuesta tan seria que me generó un escalofrío.

— Está bien — bajé la cabeza tocando mis pulseras — Te mandaré los papeles con un abogado para que los revises y...

— ¿Lo amas?

— ¿Perdón? — pregunté tras su pregunta tan repentina.

— Que si lo amas, o solo estás con él porque estás confundida, o por sexo.

— Por ninguna de las dos, además, no tengo porque explicarte nada Natt, tú solo tienes que firmar y ya — me sentí molesta por aquella insinuación.

— No, no quiero divorciarme de ti. Antonella, tú eres mi mundo — Su voz se volvió dulce y pude ver en sus ojos reflejados los dos años que habíamos compartido, llenos de felicidad y tranquilidad. No podía percibir maldad en ellos; no podía equipararlo con Alonso. No creía que fuera igual que él.

Se levantó de la mesa y levanté la vista para seguir mirándolo. Se acercó lentamente a mí y tomó mis manos, acariciándolas con ternura. Luego, apartó un mechón de cabello detrás de mi oreja y acarició mis mejillas. Me sentía hipnotizada por la duda, no por no querer divorciarme, sino por la incertidumbre de si en verdad él era malo.

Adicto Deseo [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora