Me quedé pensativa sobre la cama, con lo que Pamela me había contado resonando en mi mente. Natt había abusado de ella... La poca esperanza que tenía de que el antiguo Natt aún existiera se desvaneció por completo. En realidad, ese Natt nunca había existido; solo quedaba el monstruo que conocí ahora.
Las palabras de Pamela seguían martillando en mi cabeza mientras me contaba cómo empezó a trabajar aquí. Días después, Natt había llegado ebrio y la encontró en la cocina, terminando de limpiar. La tomó y la violó, y luego la obligó a callar, amenazándola con matar a su madre si hablaba.
La gravedad de la situación me abrumaba, y sentí una mezcla de impotencia, rabia y tristeza. Necesitábamos encontrar una manera de salir de este infierno y protegernos, pero en ese momento, todo parecía tan oscuro y sin salida.
Seguía encerrada en la habitación con mi hijo. Ya me había duchado y cambiado, pero no había visto a Natt salir ni moverse por la casa. No sabía dónde estaba, y me invadía el miedo de que entrara en esta habitación. Le había prohibido a Pamela subir, por lo que su madre era quien traía nuestra comida. Me sorprendía la gran ignorancia de Rosa al respecto. Cuando le mencioné lo que Natt había hecho en el cuello de su hija, actuó como si no le importara. Me preguntaba si también estaba siendo amenazada por él, o si había hecho algo más. Traté de borrar esos pensamientos de mi cabeza, pero me dolían y lastimaban profundamente.
Pensar en el monstruo que era Natt, en cómo me casé con él y en cómo arruiné todo por sentirme sola, me atormentaba. Me sentía estúpida, miserable.
Tengo que salir de está casa, o me volveré loca.
Quería irme, pero la casa estaba rodeada. Había guardias en todas partes, y parecía que habían aumentado la seguridad. Tomé aire mientras caminaba por la habitación. Sentía que estaba perdiendo la cabeza aquí, y el solo pensamiento de quedarme un día más me hacía temer que podría cometer una locura.
Observé cómo Mike jugaba con sus juguetes sobre la cama. Sentía una urgente necesidad de encontrar algo para defenderme, pero habían retirado todo de la habitación: decoraciones, marcos, todo. Solo quedaron los muebles.
— Mike cariño, quédate aquí jugando. No salgas para nada del mundo. Mamá ahora viene — Me acerqué y le di un beso en la frente a Mike, acariciando su cabello con ternura.
— Vale mami — sonrió sin apartar la vista de sus juguetes. Salí de la habitación cuidadosamente, viendo si había alguien en los pasillos. Al no ser así, corrí con pasos silenciosos hacia el despacho. Pegué mi oreja a la puerta, escuchando atentamente. No se oía nada, ni una palabra, ni un movimiento, ni siquiera el sonido de una hoja al pasar.
Confiando en que Natt no estaba ahí, entré. Gracias a Dios, no estaba. Me acerqué rápidamente al escritorio, buscando alguna tijera, arma, navaja, algo. Pero parecía que habían desaparecido todas las cosas; no había nada, ni siquiera los bolígrafos. Renegué, pensando en qué hacer. Busqué en las estanterías, pero solo había libros, y esos no me serían de mucha ayuda.
Abrí un cajón, y algo se les había escapado: había un abrecartas. Sonreí al verlo y lo guardé en el bolsillo del pantalón. Me dirigí afuera, cerré la puerta y volví al cuarto.
— Cariño, ya estoy aquí... — Mi voz se desvaneció al no verlo en la cama, ni a él ni a sus juguetes. El pánico me invadió de inmediato, y sentí un nudo en el estómago mientras miraba frenéticamente alrededor de la habitación. — ¿Mike, dónde estás? — Abrí la puerta del baño para ver si se había escondido ahí, y pegué un brinco al ver que quien estaba en el baño era Natt, no mi hijo. Mi corazón latió desbocado. — Natt — Retrocedí rápidamente al ver que Natt se abalanzaba sobre mí. Con un movimiento desesperado, saqué el abrecartas y lo apunté hacia él, mi mano temblando mientras intentaba mantenerlo a raya.

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Adicto Deseo [#2]
RomantikDos años después fueron suficientes para Antonella. Reconstruyó su vida a pesar de un largo sufrimiento, pudo sacar adelante a su querido hijo el cual fue producto de su gran amor que perdió por las injusticias. Ella se volvió a enamorar y se casó...