Capítulo 6

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Tres días después, Mean entró en el taller y observó como Plan salía de debajo de uno de los coches que él había reparado. Estaba inspeccionando el trabajo realizado por Mean como si él no hubiera pasado casi toda su vida entre motores.

Como propietario del taller tenía derecho a revisar de arriba abajo cada vehículo que pasaba por las manos de su nuevo empleado.

Mean hizo una mueca mientras se guardaba una llave inglesa en el bolsillo trasero, volvió a mirar a Plan por encima del hombro y abrió la puerta de la oficina.

Lo que vio allí hizo que se detuviera en seco.

- Disculpe- masculló antes de darse la vuelta para marcharse.

- Ah, usted es Mean Phiravich- dijo el abuelo Medthanan levantándose del asiento del escritorio donde había tenido acorralado a Kasem-. No se vaya tan deprisa, hijo. He oído que tenemos algo en común.

Mean hizo una mueca y apretó los dientes; luego se giró y cerró la puerta tras él antes de enfrentarse al hombre que había sido la base de su existencia.

Su abuelo. Tenía más arrugas y no parecía tan alto, pero su cara morena todavía conseguía impresionarlo y sus ojos aún conservaban aquel brillante tono que ya no tenían los de Mean.

- ¿Tenemos algo en común?- le preguntó, mirando de reojo la expresión asombrada de Kasem.

- Somos irlandeses, hijo.- La sonrisa del abuelo dejó paralizado a Mean. Aquel viejo bastardo parecía saber quién era él en realidad-. Los dos somos irlandeses.

Sabía que tarde o temprano se encontraría con él y que tendría que afrontar ese momento. Pero ahora que ese momento había llegado, simplemente no podía hacerlo. No podía mentirle.

- Eso parece- replicó Mean con cautela.

El abuelo volvió a sentarse y cambió de postura en el asiento. Su largo cuerpo estaba más débil que la última vez que Mean lo había visto, que había sabido algo de él. Ahora tenía el pelo completamente gris y apenas quedaba un indicio del negro que había lucido antaño.

- Kasem, voy a salir un momento- dijo mean intentando escabullirse.

- ¿Huye?- La sonrisa del abuelo despareció-. Los irlandeses no huyen.

Mean arqueó las cejas.

- ¿Hay alguna razón por la que deba huir?

El abuelo le dirigió una mirada tan segura y sagaz que Mean volvió a mirar a Kasem. Mataría a aquel pequeño gusano si le había dicho algo.

Kasem negó sutilmente con la cabeza e hizo una mueca. Tal y como le había advertido Mean, ocultarle todo aquello al abuelo era inútil.

- Tenía ganas de conocerlo.- El anciano se puso en pie y Kasem también se levantó de su asiento-. Quería ver con mis propios ojos al mecánico que había alterado a mi niño. Nadie ha conseguido disgustarlo tanto desde que su marido murió.

- Sí, ya había oído que murió- señaló Mean.

El abuelo asintió lentamente.

- Buenos, eso es lo que nos dijeron- masculló-. pero yo le dije a mi hijo que no podía ser cierto. Mi nieto era un SEAL, ¿sabe? Lo fue durante muchos años.- El abuelo negó con la cabeza  y clavó la mirada en Mean-. Yo no me lo creí. Sin embargo... he acabado por cambiar de opinión.

Mean. Tin. Marido. Nieto. Hermano. Sintió todas aquellas partes de sí mismo ante aquel anciano que sabía la verdad sin que nadie se la hubiera dicho. Lo había decepcionado.

- Mi nieto era un héroe, ¿sabe?- le dijo el abuelo mientras se encaminaba a la puerta.

- Eso es lo que me ha dicho Kasem- replicó él al fin con voz queda.

La cara oculta del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora