Capítulo 25

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—Tenemos un problema —le dijo Nik a Mean en la entrada del taller, mirando la casa de la colina con la mandíbula tensa. 

Gun Jumpol había aparcado su coche detrás del de Plan una hora antes. Los dos hombres  llevaban varias bolsas del supermercado y desde entonces no los habían visto salir. 

Plan no había aparecido para llevar los ingresos al banco. Había llamado al taller para decirle a Kasem que se encargara él de ello y ni siquiera había querido hablar con Mean. 

—¿Qué problema? —preguntó Mean cruzando los brazos sobre el pecho mientras observaba la casa con expresión hosca, deseando que Plan saliera de una vez. 

—Mile llamó hace unos minutos. Estuvo rondando por el pueblo después de que Plan se fuera con el marido de Off y vio a Waam Kasemsuk en el spa, hablando con los masajistas. Al parecer, estaba interrogándolos a fondo. 

—Pero no averiguó nada —dijo Mean lanzándole al gigante rubio una mirada significativa.

Plan no sabía nada que supusiera un peligro para ellos. Además, no importaba lo que supiera, jamás hablaría de más. 

—Probablemente no —convino Nik—. La cuestión es que Waad sospecha algo. Podría ir a por él. —Señaló con la cabeza la casa de Plan. 

—Entonces lo mataré. —Mean se giró para mirar a Nik con una expresión helada. 

El gigante ruso asintió con la cabeza lentamente, con una expresión tan fría como la muerte, y Mean supo que estaba recordando la pérdida de su propia familia y los extremos a los que había llegado para protegerla. 

—Seré tu sombra —le dijo Nik entonces—. No lo dudes, Mean, seré tu sombra. 

Se dio la vuelta y regresó al tañer mientras Mean permanecía en el mismo sitio observando la casa, preguntándose qué demonios estaban haciendo Plan y Gun. 

—Duen, Nik te acompañará a casa —gritó al regresar a la oficina—. Ve preparándote. 

Miró el reloj y vio que eran casi las siete, la hora de cerrar. Plan había estado varias horas en el spa y él sabía perfectamente lo que ocurría durante aquellas sesiones en el balneario. Recordaba muy bien lo que le esperaba esa noche cuando se ubicara entre el más hermoso par de muslos que hubiera visto nunca. 

Piel depilada y resbaladiza. Mojada con sus propios fluidos. Deliciosa, exquisita, con un leve indicio de aceite de almendra, y nada que se interpusiera entre él y el sabor de Rathavit. 

—Plan piensa que deberíamos ampliar el horario de la tienda de suministros y de la gasolinera ahora que tenemos ayuda —le dijo Kasem al entrar en el taller unos minutos más tarde—. ¿Vas a trabajar esta noche? —Había un tono divertido en su voz. 

—Sólo si estás muerto. —Se giró hacia su hermano lentamente—. Y me parece que aún respiras. ¿Vas a darme alguna excusa para no sustituirme? Te advierto que tu muerte sería lo único aceptable. 

Kasem hizo una mueca mientras se metía las manos en el mono de trabajo y le dirigía a Mean  una mirada furiosa. 

—Tengo una cita. 

—Yo también —le informó Mean. 

—Mi cita es más importante —gruñó Kasem—. Llevo meses detrás de esa mujer. Deberías verla, Mean. —Suspiró—. Es realmente espectacular. 

—Pues va a sentirse muy decepcionada esta noche, a menos que ignores la orden de Plan y cierres ya. 

Kasem miró hacia la casa. 

La cara oculta del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora