Capítulo 21

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Plan estaba de pie detrás de la estrecha encimera que separaba la cocina de la salita, observando el pasillo, cuando Off salió del dormitorio. Gun y él no se habían dirigido la palabra. Ambos sabían que tendrían que hablar tarde o temprano, pero ninguno había roto el silencio.

El agente de Oriente Medio —Plan estaba seguro de que todos eran agentes— había salido del apartamento con Nik y los demás unos momentos antes, dejando tras de sí un tenso silencio entre Gun y él.

El otro hombre lo miraba con atención, con una mirada pensativa en sus ojos grises. En ese momento, cuando Gun salió de la habitación, Plan se enderezó y miró la puerta cerrada del dormitorio.

—¿Qué tal está? —Se metió las manos en los bolsillos de los vaqueros y observó al que había sido el mejor amigo de su marido. Qué extraña coincidencia que también pareciera ser amigo de Mean.

—Se pondrá bien. —Off se irguió en toda su estatura y rodeó a su marido con un brazo cuando se acercó a él.

Plan le sostuvo la mirada y fue directo al grano.

—¿Quién es? ¿Qué es?

¿Era sorpresa lo que brillaba en los ojos de Off? Aun así, no dijo nada.

Plan se acercó al cajón de la cocina, lo abrió bruscamente y dejó caer la Glock en la encimera. Sin dejar de mirar a la pareja, se inclinó, abrió las puertas bajo el fregadero y extrajo otra arma sujeta con velcro en la madera.

Luego fue hasta el sofá, sacó otra pistola más pequeña del bolsillo de la parte inferior del asiento y la añadió al montón.

—¿Quién demonios es y por qué ha irrumpido en el taller y en mi vida? —Golpeó la encimera con la mano—. ¿Y qué tienes tú que ver con él? Fuiste el mejor amigo de mi marido, Off. Te consideraba casi un hermano. Y ahora metes a un agente secreto en la vida de su marido.

—De su viudo —dijo Off con suavidad.

Plan se estremeció.

—¿Y eso lo justifica? —le espetó—. Maldita sea, Off. ¿Por qué le traicionas de esa manera?

—Yo no he traicionado a Tin, Plan. —Le lanzó una mirada fiera y dura—. Ni tampoco le doy órdenes a Mean Phiravich. Sea lo que sea lo que esté haciendo aquí, es cosa suya. Lo conozco. Somos amigos. Igual que soy amigo tuyo.

Sí, eran amigos. Durante dos años, Plan había sido testigo de la amistad que lo unía a su marido. Habían sido como hermanos, quizá incluso más. Y Off tenía la misma particular costumbre que el padre de Plan. Cuando mentía, no parpadeaba. No cambiaba la expresión de la cara, no tensaba el cuerpo; resultaba tan antinatural que a Plan siempre le había hecho sospechar.

—No me mientas. —Le apuntó con un dedo tembloroso—. No te atrevas a mentirme. Aquí pasa algo raro, algo que va más allá que unas cuantas cuchilladas y que todas esas tonterías que acabas de decir.

—Si pudiera decirte algo más, lo haría —le aseguró Gun.

Plan volvió la mirada hacia el otro hombre. ¿A qué se debía aquella advertencia en sus ojos? Sabía que quería decirle algo, podía sentirlo.

—Gun ¿puedes esperarme fuera? —le pidió Off.

Al parecer, él también había percibido la necesidad de hablar de su marido.

—No, Off, no puedo —respondió. En sus ojos y en su sonrisa se reflejaba el amor que sentía por su marido, sin que ello restara fuerza a su determinación de quedarse allí.

Off casi puso los ojos en blanco.

—Eres mi amigo —lo acusó Plan con dureza—. Pero te quedas ahí parado, dejando que Off me mienta. ¿Es que tú también me has mentido?

La cara oculta del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora