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Mariana
Por la mañana desperté con la ausencia de Nico en mi cama, pero una agradable sensación de plenitud abrazándome entera, incluso ante la leve resaca, descansé como nunca.
Los recuerdos de la noche anterior se agolpaban en mi mente sin darme tregua, iban y venían una y otra vez; en sus brazos me olvidé de todo el caos que había en mi vida, bajo el dominio posesivo de sus manos encontré el respiro que necesitaba.
Estuve a punto de pedirle que me tomara, todo mi ser exigía sentir plenamente la necesidad violenta y oscura que brillaba en sus ojos. El peligro de todo lo que Nico representaba aumentó la perversa atracción que sentía por él, tan retorcida como la manera en que mi cuerpo cedía ante sus caricias.
Nunca nadie me tocó como él, no se trataba solo de la seguridad de sus manos al moverse a través de mi piel, sino también de la mirada de adoración que puso al contemplar mi desnudez, me hizo sentir deseada, como si fuera la obra de arte más perfecta que sus ojos hayan visto.
Y luego, verlo situado entre mis piernas, consumiéndome con la amplitud de su torso, la dureza de sus hombros anchos y la fuerza de sus dedos aplastando mi figura al masturbarse con la imagen de mi sexo desnudo, representó la escena más erótica que jamás haya experimentado en la vida.
Recordaba las líneas perfectas de su abdomen contraídas, las venas presionándose en sus brazos fuertes, la tinta oscura de sus tatuajes se pronunciaba más ante la flexión de los músculos. La piel bronceada adquirió un brillo bajo la ligera capa de sudor que lo cubría, la tensión acumulada en sus rasgos varoniles evidenció la concentración que usó para no despojarse del control que aún le quedaba mientras sujetaba su miembro erecto y se acariciaba hasta que la hinchada punta palpitó, derramando su semen sobre mi abdomen.
No experimenté ni un poco de asco al ver el fluido blancuzco y espeso deslizarse a través de mi piel, por el contrario, la imagen grotesca y sucia me calentó la cara y lo resentí entre mis piernas, justo en ese punto que él tocó con su lengua.
Me sentí marcada.
La idea no me molestó. Y había un grave problema en ello.
Nico era demasiado para mí, demasiado peligroso, irónico que fuera eso lo que me atraía de él. Pero no podía esperar un romance de cuentos de hadas, ni por asomo se acercaría a lo que tuve con Julián; con Nico no habría un hogar en un lugar tranquilo rodeado de otros hogares con personas normales que llevaban una vida pacífica y fuera del ámbito criminal.
Todo para mí se acabaría si me entregaba por completo, y me asustaba, hasta cierto punto, ya que, vivir con una espada sobre mi cabeza era algo común en mi profesión, pero lo de él iba más allá, estaría del otro al cien por ciento. Ahora mismo solo tenía un pie dentro de su mundo, no quería imaginar cómo sería pertenecer a él.
La vida con Nico sería adrenalina y peligro constante.
No sería capaz de lidiar con eso.
Y odiaba ser consciente de todo esto y no frenar lo que sea que crecía entre los dos. Ya lo dijo él: le pertenecía. Y esa certeza me ponía los pelos de punta.
Ojalá pudiera disfrutar del sexo con él, probarlo y sentirlo, y después hacer como si nunca hubiera pasado, pero estaba segura de que Nico no pensaba como yo. Tenía una obsesión insana por mí y no sabía hasta que punto lo llevaría.
Dejé de darle tantas vueltas. Acababa de salir de una relación de años y no había pasado un solo día y ya estaba pensando en otro hombre de esta manera.
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Gris oscuro
General FictionPeligro es lo que significa el nombre de Nicolás Ferrer. Obsesión es lo que él siente por Mariana Alcázar, una periodista perseverante y decidida, a quien su ambición por ser reconocida en el país, la pone bajo la mira del Capo de la droga. Marian...