Capítulo 47: Puntos suspensivos.

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Ha pasado mucho tiempo, pero ya he tomado la determinación de acabar este libro. El capítulo es muy corto, pero por la noche subiré otro, si veo que extrañaron a Nico y Mariana🩶

 El capítulo es muy corto, pero por la noche subiré otro, si veo que extrañaron a Nico y Mariana🩶

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Mariana

Nico me condujo hasta las casas que servían para hacer interrogaciones y llevar a cabo las torturas, caminábamos a través de la semioscuridad, el sol ya estaba cayendo, e incluso así, el calor continuaba siendo asfixiante. Me iba a tomar más tiempo aclimatarme, veía con sorpresa como los hombres entrenaban sin que les molestara el ambiente caliente, contaban con todo lo necesario en un gimnasio al aire libre, bajo un techo abovedado que los protegía de los rayos del sol, pero no del calor húmedo de la selva.

Algunos luchaban cuerpo a cuerpo, otros lo hacían con armas blancas, divisé a Nikolai ejercitándose en compañía de más sujetos, no parecía afectado ante el rudo entrenamiento, llevaba una camiseta de tirantes en color blanco, totalmente empapada en sudor. A su padre no lo vi por ningún lado, pero seguía en el complejo, no nos habíamos vuelto a encontrar. A diferencia de Jafar, Sasha me caía bien y no me sentía atemorizada con su presencia, pese a que, era un hombre letal.

—¿Sasha permanecerá mucho tiempo aquí? —Indagué hacia Nico. Me llevaba de la mano y nadie, absolutamente nadie me volteaba a ver. Los hombres agachaban la mirada o la desviaban cuando me acercaba.

—No, unos días más, mientras nos hacemos cargo de la logística de los negocios —respondió, mirándome de soslayo.

—Vas a hacer tratos con la Bratvá —susurré, dejamos atrás a los hombres que entrenaban y seguimos por un camino de baldosas con árboles frutales franjeándolo.

—No puedo decirle que no —lo miré—, a pesar de que está cobrándome un favor, los dos vamos a ganar en esto.

Asentí. Sabía que ese favor tenía que ver conmigo, con todo lo que hicimos para traerlo de vuelta. Todavía quedaba ese favor pendiente entre Jafar y yo, no tenía la menor idea de cuándo o cómo vendría a cobrármelo, pero sin duda, contaba con la certeza de que Nico iba a pagarlo, tal y como lo estaba haciendo con Sasha. Él no dejaría que nadie me cobrara nada.

Minutos después arribamos a un cobertizo de madera y techo de lámina, había dos custodios en la puerta, ambos con rifles de asalto. En cuanto nos vieron llegar, uno de ellos se precipitó a abrir la puerta, la cual tenía un candado grueso.

—Si te alteras al menos un poco, te llevaré de regreso —advirtió—, no tomaré riesgos, Mariana. Estás embarazada.

Suspiré, consciente de que debía aceptar su advertencia de buena manera, él estaba preocupado por el bienestar de nuestro bebé, y yo también lo tenía presente, sin embargo, quería acabar cuanto antes con todos esos cabos sueltos. Mi hijo no iba a nacer en el sitio donde Elías continuaba respirando.

—Sí, Nico —acepté. Me mentalicé en guardar la calma y no alterarme al verlo, incluso cuando sabía que iba a costarme demasiado.

Elías era el detonante de todos mis males, sin importar como se hayan dado las circunstancias que nos condujeron hasta este momento, sin él en la ecuación, mi vida no habría estado llena de amargura y envenenada de venganza.

Gris oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora