Muchas gracias por comentar🩶aquí tienen su capítulo.
Nico
Luchaba por recobrar la consciencia, pero la debilidad volvía a ponerme sus zarpas encima y me arrastraba a la oscuridad otra vez.
Mi mente trataba de protegerme, lo sabía bien, porque cada vez que tenía esbozos de mi consciencia, el dolor era insoportable. No había una parte de mí que no doliera, sentía que mi cuerpo ardía en llamas y cada movimiento solo acrecentaba la tortura.
Dejar que las sombras me llevaran era la mejor opción si quería evitar más agonía. Sin embargo, sabía que tenía que despertar, levantarme y seguir aguantando, si me quedaba tirado en el suelo, moriría, entonces no vería a mi madre de nuevo y no podría sostener a Mariana entre mis brazos como tanto había querido hacerlo desde que me apartaron de ella.
Arrastré los dedos sobre el suelo húmedo, mis uñas parecían querer gritar en agonía al tener aun las agujas enterradas en ellas, y si me iba de nuevo a ese sitio donde el dolor no me afectaba, sería difícil volver.
Escuchaba pasos a mi alrededor, no estaba solo; el hedor de mis captores aprendí a conocerlo, seguramente se debatían sobre la forma en la que iban a matarme ahora que Elías se hallaba indispuesto, muerto, si contaba con algo de suerte, de su parte, claro está, porque yo solo esperaba que siguiera con vida para poder cobrarle todo lo que hizo.
Por más que quería entender su conversación, me era inútil, hablaban muy rápido. Si salía con vida de aquí, aprender más idiomas estaría en mi lista de prioridades.
De pronto, uno de ellos me sujetó del brazo y tiró de él. La herida de bala envió una punzada dolorosa a través de toda mi anatomía y empeoró cuando otro más me agarró del brazo contrario y me obligaron a estar de rodillas. Mi vista estaba borrosa y podía sentir el flujo de la sangre precipitándose por los agujeros de balas, conté tres en total, pero seguramente había más.
Me esposaron las manos detrás de la espalda, mi equilibro era casi nulo; así que, uno de ellos me cogió del cabello y me levantó la cabeza para mantenerla firme mientras ponía un cuchillo en mi garganta, aunque más bien parecía una espada filosa y letal.
Puse las pocas energías que me quedaban en mantenerme alejado del filo, no entendía que demonios hacían, ambos no se apartaban de mí, uno blandiendo la hoja en mi cuello y el otro apuntando en dirección a la puerta al igual que cinco más de los guardias.
Mi mente se encontraba muy cansada para procesar la escena. Llevaba días sin dormir, sin comer y beber nada, había entrenado para soportar este tipo de situaciones, pero no era un maldito súper héroe con poderes e invencible, mi cuerpo era como el de cualquier otro y llegaba a un límite.
El tipo que amenazaba mi vida dio un respingo que provocó un corte superficial en mi piel cuando escuchamos el sonido de las armas. Comenzaron a gritar entre ellos, la tensión que emanaban se intensificaba conforme las detonaciones se oían más cerca. Quise creer que al fin habían venido por mí, pero preferí no hacer crecer las ilusiones.
Tiré de las esposas cuando vi los sesos de dos guardias que cuidaban el pasillo, adornar las paredes y el suelo. Los que se encontraban dentro, no demoraron en responder a la agresión, mis captores titubeaban, querían cubrirse y al mismo tiempo, defenderse.
Entonces, vislumbré a los atacantes, varias figuras vestidas de negro acapararon mi campo de visión y mataron con agilidad a mis captores sin gastar más balas de las necesarias, incluido a uno de los que estaban junto a mí, a excepción del que amenazó con cortarme la cabeza de un tajo.
El tipo ladró algo en su idioma, apretando con más fuerza el filo, abriéndome un poco más la carne.
—No hablo tu puto idioma, imbécil, así que no podemos negociar —dijo una voz que conocía bastante bien.
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Gris oscuro
General FictionPeligro es lo que significa el nombre de Nicolás Ferrer. Obsesión es lo que él siente por Mariana Alcázar, una periodista perseverante y decidida, a quien su ambición por ser reconocida en el país, la pone bajo la mira del Capo de la droga. Marian...