Capítulo 10: Actos inesperados.

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Me ayudan mucho comentando🦋♥️

Mariana

La entrevista terminó, mis manos aún temblaban.

Había dejado expuesto a Elías ante todo México y sabía las consecuencias de tal acto. Pero como lo mencioné con anterioridad, era algo que no me importaba, porque la sensación de regocijo era más poderosa que el miedo. Al fin comenzaba a pagar parte de sus delitos, al fin mi papá tendría justicia cuando terminara de castigar al principal culpable de su muerte.

—Eres suicida, chica —masculló Lauro, uno de los presentadores del programa—. ¿Oíste todo lo que dijiste allá afuera?

—Por supuesto, y miedo no tengo —dije de vuelta.

—¿Sabes el montón de personas involucradas? Si Elías cae, no caerá solo y créeme, te estás echando demasiados enemigos encima, enemigos que te van a silenciar —decretó seguro de que así sería.

—Pues si me muero, al menos me lo llevaré entre los pies, pero ese cabrón de que paga, paga —siseé, dando media vuelta y alejándome de él.

Fui hacia el camerino, había escoltas esperándome afuera para llevarme de vuelta al periódico, Yuly estaba consciente de que, al salir de aquí, podría sufrir un atentado y ciertamente, yo también lo esperaba. Iba preparada para cualquier cosa, aunque a veces era difícil ver la muerte venir.

Abrí la puerta e ingresé por mis cosas, necesitaba irme de aquí cuanto antes. Sin embargo, un golpe en mi rostro me desubicó y caí al suelo mientras la puerta era cerrada con pestillo. Enseguida me arrastré, alejándome y poniéndome de pie, enfrenté a la persona que me golpeó, un sujeto de casi dos metros, de complexión ancha y mirada psicópata. Pasé saliva y mi mano se apoyó sobre mi espada baja donde llevaba un arma.

El tipo juntó sus manos, haciendo tronar los huesos de sus dedos, al tiempo que me miraba con perversidad.

—Así que tú eres la puta que voy a silenciar. —Dio un paso más, retrocedí dos—. Me pidieron que te diera algo que jamás puedas olvidar antes de romperte el cuello.

—Adelante, cabrón —mi voz se rompió—, no te tengo miedo.

Se adelantó hacia mí, entonces agarré el arma y le metí dos tiros en el pecho. Me quedé petrificada viendo como las balas parecían no afectarle en esa masa de musculo. Él aprovechó mi confusión y golpeó mi mano, haciéndome soltar otro tiro que quebró el espejo de mi costado en pedazos mientras el arma caía de mi mano al suelo y el tipo me cogía del cuello.

—Ahora sí vas a gritar, puta de mierda —siseó furioso.

Estampó mi rostro contra los cristales, sentí el ardor en la piel y el olor de la sangre fluir a través de mis fosas nasales, mas no me quejé y soporté el golpe, seguido de ese, vino otro en mi abdomen que me sacó el aire. Me doblé de dolor y él me tumbó al suelo boca abajo. Me agarró del cabello y estampó su puño en mi pómulo, desorientándome más. Boqueé en busca de oxígeno mientras él me bajaba los pantalones.

—Te van a encontrar con mi semen en tu coño de puta, a ver que tal te ves en las primeras planas, periodista de mierda.

Negué en mi interior. No, no me iba a violar, no lo dejaría. No permitiría que me profanara de esa manera, mucho menos provocarle ese dolor a mi familia, suficiente tendrían con saberme muerta, como para lidiar con la certeza de que me violentaron.

Lo sentí acomodarse entre mis piernas, su asqueroso pene apretándose contra mis nalgas. Tiró fuerte de mi cabello y me mostró como escupía en su mano para después frotarse su porquería.

Gris oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora