Holi, les traigo un capítulo más largo por los días de ausencia🖤gracias por su voto y su comentario.
Mariana
Al igual que los siete días anteriores, Nico cepillaba mi pelo después de haberme ayudado a bañarme, aunque la verdad es que fue él quien hizo todo, no me dejaba hacer nada. Me trataba como una muñeca de cristal y me sentía extraña porque no tuve este tipo de trato antes.
Nico me cuidaba mucho, se mantenía atento a cada una de mis necesidades, me alimentaba y me hacia tomar mis medicamentos y por la noche cuando despertaba a causa de las pesadillas, lo encontraba a mi lado, sosteniéndome entre sus brazos hasta que el sueño volvía a vencerme; era una sensación sobrecogedora dormir con mi mejilla pegada a su pecho desnudo escuchando los latidos pausados de su corazón que, al final, terminaban llenando mis oídos con el sonido sin permitir que las pesadillas volvieran.
Ya no me daba miedo lo que sentía por él, me había convencido de que Nico era todo lo que tenía ahora, aunque quizás eso ya lo venía asimilando tiempo atrás, antes de que todo esto sucediera, solo que me negaba a abrirle paso a todo el peligro que significaba tenerlo permanentemente en mi vida. Hoy debía aprender a aceptarlo, a vivir fuera de la ley. Ya no tenía opción y después de todo, no era tan malo.
Comprendía que había muchas cosas por conocer y un restringido estilo de vida al cual adaptarme. Me dolía haber dejado mi carrera atrás, pero ¿de qué me serviría volver? Mis sueños y yo morimos bajo los escombros del edificio en el que viví más tiempo que en mi propio hogar.
Yo morí con mis colegas, con la sonrisa coqueta de Ricardo al invitarme a salir, el incesante parloteo de Karina al contar un chisme picante a Dalia, el duro repiqueteo que hacían las uñas postizas de Magda contra el teclado; el olor a café y papel, el sonido de los teléfonos, sus voces, sus risas, sus sueños.
Ahogué un sollozo y enrosqué los dedos de mis manos, encajando las uñas en mis palmas.
—Mariana —reprendió a mi espalda, sabía leerme demasiado bien.
—Los echo de menos, Nicolás, a todos ellos —susurré con la mirada acuosa—, me duele mucho y me siento tan culpable.
—Pero no lo eres.
—Ahora sé que no, al menos no del todo —limpié deprisa las lagrimas que escaparon de mis ojos—, debí detenerme.
—Y ellos habrían ganado.
—Pero mis colegas estarían vivos —repliqué. Soltó el cepillo y detuvo sus movimientos.
—No puedes cambiar el pasado, Mariana, ni torturarte por ello —lo miré de soslayo—, hay muchas cosas por hacer, pero lastimarte no es una de ellas.
Asentí, sabiendo que tenía razón, sin embargo, en estos días no dejaba de recordar lo que perdí y mis pesadillas también se encargaban de que no lo olvidara. No le conté a Nico lo que atormentaba mi cabeza, callé ante su cuestionamiento la primera noche que desperté gritando, él no volvió a indagar, consciente de que no quería decirlo y al final, estaba segura de que se hacía una idea de lo que era.
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Gris oscuro
General FictionPeligro es lo que significa el nombre de Nicolás Ferrer. Obsesión es lo que él siente por Mariana Alcázar, una periodista perseverante y decidida, a quien su ambición por ser reconocida en el país, la pone bajo la mira del Capo de la droga. Marian...