Capítulo 36: Cerca del fin.

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Ya no les pediré que comenten, si quieren hacerlo, que bien y sino, ya no importa. A quienes siempre me han dejado comentarios con respecto a la trama, muchas gracias🩶

Nicolás

Mariana se encontraba en shock.

Casi tuve que arrastrarla fuera del hospital mientras el sonido de las sirenas se intensificaba. Las detonaciones pusieron en alerta al hospital y a pesar de tener el control dentro y fuera de las instalaciones, no podía controlar a las personas ajenas a mi organización, como lo eran los pacientes y sus familiares. Alguno de ellos debió llamar a la policía, y ya que me encontraba en territorio de los Estados Unidos, las cosas no eran tan fáciles. Si antes pudimos estar sin que nos molestaran, se trató solamente por la ignorancia de las autoridades sobre nuestra visita, pero ahora, el gobierno no vería con buenos ojos que un narcotraficante colombiano estuviera en sus territorios y peor aún, causando un atentado en un hospital.

Mariana cometió una imprudencia al matar a su madre, no esperé que lo hiciera, la habría detenido de saber sus intenciones. Estaba bastante confundido con toda esta situación. Su hermano y su madre muertos a causa de su mano.

¿En qué puto momento pasó?

Salí de prisa al estacionamiento, la camioneta esperaba por nosotros con la puerta abierta, Omar me lanzó una mirada inquieta. Las cosas se pondrían mal.

—¿Está listo el avión? —Pregunté, subiendo a Mariana en la parte trasera.

—Sí, pero será difícil llegar. La policía está llegando y la gente de Elías también.

Asentí, consciente de que las posibilidades de salir de aquí sin que hubiera un enfrentamiento, eran mínimas.

Subí al lado de Mariana y cerré la puerta de golpe mientras el chofer pisaba el acelerador. Saqué el celular de mi bolsillo y lo llevé a mi oído al tiempo que sacaba las armas que iban debajo de los asientos, Omar hacia lo mismo, Mariana por otro lado, seguía en estado de shock y aunque sabía que debía hacerla reaccionar, mi prioridad era sacarla de aquí con vida.

—Johan —sujeté el M-16 entre mis manos, preparándolo—, dirige la ruta hacia la pista de aterrizaje clandestina, no iremos al aeropuerto.

—Ya me estoy haciendo cargo, pondré la ruta en el GPS.

Terminé la llamada y la camioneta se incorporó al tráfico, había más vehículos con mi gente siguiéndonos, unos todoterrenos equipados para este tipo de situaciones. Pasar desapercibidos no era una opción, debíamos hacerle frente a lo que se nos venía.

—¿Se han llevado la evidencia? —Pregunté hacia Omar. Ambos íbamos atentos a los alrededores, las sirenas seguían escuchándose, pero aún no venían contra nosotros.

—Sí, no hay nada que incrimine a Mariana, el personal del hospital sabe que no debe dar detalles y Johan ya se había hecho cargo de las cámaras de vigilancia.

Asentí, satisfecho. El poco tráfico nos facilitaba la tarea de avanzar y ganar más tiempo. Miré a Mariana, iba con la vista al frente, perdida en su mundo. Enrosqué los dedos en su cuello y la hice mirarme, sus ojos se veían vacíos, en estos momentos ella estaba tan rota y herida, que no sabía cuánto iba a cambiar después de lo que hizo. Mató a sangre fría y no a cualquier persona, ellos eran su familia, la única que le quedaba.

Me coloqué un chaleco antibalas con destreza y me encargué de colocarle otro a Mariana, quien no se inmutó ante los movimientos.

—Te necesito consciente, amor —la atraje hacia mí, presionándola firme a mi pecho—, sé que es difícil, pero tienes que guardarte el dolor ahora.

Gris oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora