Les voy a comenzar a poner metas para los próximos capítulos 🫠 de 1K de comentarios.
MarianaEstaba concentrada armando las piezas de la 9MM que Nico me dio.
Llevaba una semana aprendiendo lo básico de las armas, me faltaba demasiado para aprender todo lo que necesitaba, Nico tenía casi toda su vida en experiencia y aunque ayudaría a hacer más fácil esto para mí, ambos sabíamos que nunca podría ser como él en todos los sentidos. Pero me esforzaba, prestaba atención a sus indicaciones y cada consejo que me brindaba, en cuanto regresáramos de Kioto, comenzaríamos a entrenar para que pudiera mantener una pelea cuerpo a cuerpo contra otra persona.
La idea me emocionaba demasiado.
Mantenerme ocupada me ayudaba a no pensar en todo lo que había pasado, en como el bastardo de Elías seguía ensuciando mi nombre y la perra de Yuly lloraba a unos muertos que ella misma sacrificó.
Casi rompí la pantalla cuando vi en las noticias el acto que llevaron a cabo esos cabrones para rendir un homenaje a mis colegas. No tenían vergüenza, pero pronto los tendría frente a frente, nos veríamos las caras y los haría sufrir por cada inocente al que le apagaron los sueños.
—Amor, te pedí que armaras eso, no que lo rompieras.
Alcé la vista hacia Nico, traía un vaso en su mano, dentro el liquido ámbar se movía levemente mientras el avión continuaba en pleno vuelo.
—Lo siento —solté las piezas sobre la mesa, no me di cuenta de que las apretaba con dureza—, pensaba en la noticia de ayer.
Tomó asiento delante de mí y dio un sorbo al alcohol, relamiéndose los labios al final.
—No les va a durar mucho, en cuanto regresemos de Kioto nos pondremos en ello. Lamento poner esto como prioridad, pero la Yakuza es algo especial, y ya que maté a los hombres con los que hacían tratos, debo dar la cara.
—¿Y no es peligroso? —Sonrió de lado y miró el liquido mientras giraba suavemente su muñeca.
—Un poco, pero hay mucho dinero de por medio, la droga que el Cartel de Jalisco traficaba a Tokio, generaba muchísimo, a nadie le conviene que deje de moverse la mercancía y la Yakuza sabe que encontrar nuevos socios y cerrar alianzas, lleva su tiempo.
—Entonces, ¿ellos no querrán matarte? —Me miró.
—No cuento con ello, pero es un riesgo que estoy tomando, bonita —bebió de golpe todo el líquido—, no voy a dejar que me maten, no te preocupes por eso.
Asentí sin quedarme tranquila. Decir que no temía por su vida era mentir, pero suponía que él tenía todos los escenarios contemplados y de verdad esperaba que saliera bien.
—No has llamado a tu madre, ni a tu hermano —mencionó de manera casual—, ¿por qué?
Efectué una mueca y volví la vista al arma, poniéndome en la tarea de terminar de ensamblar las piezas. Antes, Julián me enseñó a disparar, no fueron clases duraderas y a detalle, solo quitar el seguro y jalar del gatillo, así como diferenciar cuando un arma estaba cargada y cuando no, saber los calibres y cuantas balas llevaba encima. Me pregunté si pensó que al final yo acabaría matándolo. Quizá lo contempló.
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Gris oscuro
Genel KurguPeligro es lo que significa el nombre de Nicolás Ferrer. Obsesión es lo que él siente por Mariana Alcázar, una periodista perseverante y decidida, a quien su ambición por ser reconocida en el país, la pone bajo la mira del Capo de la droga. Marian...