Peligro es lo que significa el nombre de Nicolás Ferrer.
Obsesión es lo que él siente por Mariana Alcázar, una periodista perseverante y decidida, a quien su ambición por ser reconocida en el país, la pone bajo la mira del Capo de la droga.
Marian...
Andaba muy cansada ayer y no pude subir, pero aquí tienen. Ojalá les guste, el libro da unos cambios bien locos😅 gracias por esperar.
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Nicolás
No supe de la existencia de Josephine hasta que la tuve frente a frente y me gritó las verdades que yo ignoraba mientras mi madre se desangraba en el suelo de nuestra casa.
La joven logró infiltrarse en la Hacienda como una trabajadora más, nos observó durante un año, pasó desapercibida y en ningún momento llegué a desconfiar de ella, por el contrario, se hizo amiga de mi madre y se ganó su confianza y una gran indiferencia de mi parte al creerla inofensiva.
Josephine quería entender por qué nuestro padre no la reconoció como lo hizo conmigo, no quise darle una respuesta a esa pregunta y él no podría decirle nada porque lo maté antes de que ella llegara a cuestionarlo, fácilmente deduje el motivo por el cual nunca sería digna de llevar el apellido Ferrer, pero no lo dije.
Mi media hermana era diez años menor que yo, hija de una de las sirvientas del complejo, quien fue abusada por mi padre y quedó embarazada. Él, por supuesto que se enteró de la existencia de Josephine, echó a la madre a la calle y así resolvió todo; no le importaba ir por ahí abusando de las jóvenes que trabajaban con nosotros. Fue un ser despreciable que debió sufrir más, alguien a quien odiaba, pero odiaba todavía más llevar su sangre en mis venas, en eso Josephine y yo coincidíamos.
Ella enfocó su odio en mi madre y en mí, me echó en cara todas las carencias que padeció y como su madre murió por falta de recursos mientras que la mía vivía como una reina. El rencor la envenenó en la dirección equivocada y si se fue con vida, era gracias a mi madre, que se compadeció por el dolor que había en los ojos de mi hermana. Sin embargo, antes de que se marchara le prometí que la mataría.
No me importaba que llevara mi sangre, por ella sufrí mientras veía a mi madre agonizar, por ella sentí miedo e impotencia, por ella lloré de frustración.
Verla me devolvía a los días donde mi padre aún vivía, donde solía encontrar a mi madre bañada en sangre por sus constantes abusos a los que no podía poner fin. Me costó demasiado acabar con las pesadillas y después de todo, ellas solían aparecer de vez en cuando, despertándome en medio de la noche envuelto en un sudor frío, con el terror de que al abrir los ojos, estuviera de nuevo en esos años.
Josephine era un tema prohibido por todo lo que mencionarla acarreaba, ni siquiera hablaba de ella con mamá, simplemente no podía. Me costaba, era una debilidad, y traerla a mi presente y peor aún, entre Mariana y yo, me afectó como hacía mucho no pasaba.
Mi mente se convirtió en un caos, los fantasmas del pasado acecharon y pudieron conmigo. Sabía que lo eché a perder con Mariana al callarme, no me costaba nada decirle simplemente que era mi hermana, pero no quería dar explicaciones a medias por mucho que a ella le molestara mi silencio. Cuando le hablara de Josephine, sería la primera y la última vez, por ello esperé a estar preparado para decírselo todo, aunque eso me haya jugado en contra.
