Capítulo 16: Quiero que te quedes.

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Es un capítulo con algo de fuego🫣❤️‍🔥espero les guste.

Nicolás

Al terminar de recoger los restos de la cena y poner los platos sucios en el lavavajillas, me puse en contacto con Omar y Johan, este último era el encargado de la seguridad, tenía que estar al pendiente de cualquier movimiento raro en los alrededores del fraccionamiento donde vivía Mariana.

No me fiaba de nada, así que extendimos la protección, las rondas de mis guardias eran continuas, hacer uso de los drones no pareció apropiado cuando había muchas personas con los ojos curiosos, así que hackeamos algunas cámaras que colocó el gobierno y otras más que fueron puestas con bastante discreción y se monitoreaban todo el tiempo.

No solo se trataba de la seguridad de Mariana, sino también de la mía. El lapso de tiempo se agotaba, pronto el director del penal no podría sostener más la mentira y no le quedaría más remedio que comunicar mi fuga y entonces tendría a todas las agencias persiguiéndome, razón por la que debía irme pronto del país.

Marcharme ahora no supondría un problema, en circunstancias complicadas tampoco, pero prefería evitar el alboroto y las bajas de mi gente y la del gobierno mexicano. Aún me preguntaba por qué Elías no se daba a la tarea de buscarme, seguramente todavía confiaba en que regresaría o que encontraría la manera de convencerme.

Avisé a Omar de que estuviera pendiente para recogerme en cuanto dejara a Mariana descansando. Le di un espacio para que se duchara, pero media hora bastaba. Subí a la segunda planta directo a su habitación, entré sin tocar, ella venía saliendo de la ducha, secaba su larga cabellera con una toalla, algunas gotas escapaban y resbalaban silenciosamente por la piel expuesta que dejó la blusa de tirantes y el diminuto short que se puso.

Por amor a todo lo sagrado que esta mujer no me ayudaba a comportarme como el caballero que no era.

Cada parte de mi ser me exigía lanzármele encima, devorarla sin más preámbulos. Una voz en mi cabeza repetía que ella estaba aquí para hacerla mía, era mi dulce presa, suave y frágil, hecha para calmar al depredador que dormía dentro de mí y convertía mi deseo por Mariana en algo oscuro y peligroso.

No moví un musculo mientras ella caminaba en mi dirección con lentitud, sus largas piernas bronceadas no titubeaban al dar un paso. Mis ojos siguieron subiendo hasta ese pequeño ombligo expuesto, el pecho se le movía a un ritmo pacifico, la delgada tela evidenciaba la posición de sus pezones erguidos en esas deliciosas tetas redondeadas y pequeñas.

Hice acopio de todas mis fuerzas para no empotrarla contra la pared y follarla como el animal que me convertía cuando me tentaba de esta manera.

Le dije que no una vez, dos no podría.

—Ya estás sobria, por lo visto —articulé con la voz ronca. Necesitaba distraerme de mis pensamientos, porque no ayudaba el saber que debajo de ese short no usaba bragas.

—Sí, la comida y el baño ayudaron —murmuró, deteniéndose delante de mí, pero mantuvo una distancia prudente, incluso así pude oler el jabón en su piel y el aroma de a frutas del champú en su cabello.

—¿Necesitas algo más? —Pregunté más serio de lo normal.

—¿Vas a irte? —Indagó en voz baja, mirándome bajo esas pestañas negras y espesas— Esperaba que te quedaras —añadió, tomándome desprevenido, pero no le permití que lo notara, estaba siendo deliciosamente dócil.

—¿Estás segura?

Acorté la distancia entre los dos. Era consciente de que ella también se daba cuenta de la atracción tan poderosa que se manifestaba cuando estábamos juntos, es como si nuestros cuerpos exigieran quitarnos la ropa y entregarnos sin importar lo que sucediera allá afuera. El ambiente se volvía intensamente sexual, cargado de una lujuria agresiva y difícil de controlar.

Gris oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora