IV

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"Los sueños parecen ser o deseos que tenemos tal ves, eso nunca lo sabre."

《 ♔ 》

El castaño se despertaba con la poca luz que llegaba pese las cortinas estar cerradas mientras estaba contemplando en techo del lugar por unos instantes, ¿Cómo llegó a su cuarto? Lo último que recordaba era la voz del enmascarado el cual narraba la historia, miraba el techo del cuarto, repleto de animales del exterior pintados de colores dorados en un lugar blanco.

Desvío su mirada a su mesa donde vio algo peculiar en esta, había un ramo de tulipanes blancos y realmente hermosos junto a lo que parecía ser una nota, se sentó en la cama y tomó la nota para ver de quien era esta vez, esperaba que no fuera por milésima ves una confusión.

"𝓣𝓮𝓷𝓭𝓻𝓲𝓪𝓼 𝓺𝓾𝓮 𝓲𝓻 𝓪 𝓵𝓪 𝓫𝓲𝓫𝓵𝓸𝓽𝓮𝓬𝓪 𝓹𝓪𝓻𝓪 𝓺𝓾𝓮 𝓭𝓾𝓮𝓻𝓶𝓪𝓼 𝓶𝓪𝓼 𝓼𝓮𝓰𝓾𝓲𝓭𝓸 𝔂 𝓷𝓸 𝓮𝓼𝓽𝓮𝓼 𝓹𝓪𝓼𝓮𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓹𝓸𝓻 𝓪𝓵𝓵𝓲 𝓼𝓸𝓵𝓸.

𝓔𝓼𝓹𝓮𝓻𝓸 𝓽𝓮 𝓰𝓾𝓼𝓽𝓮𝓷 𝓵𝓪𝓼 𝓯𝓵𝓸𝓻𝓮𝓼 ."

El castaño sintió un pequeño ardor en sus mejillas ante la nota, tomo las flores y las olió un poco, el dulce olor de estas le hizo sentir cierta alegría al instante.

—Con que tu fuiste quien me trajo - murmuró para si mismo - Curioso.

Busco un lugar donde ponerlas para tener algo con que poder decorar su cuarto que pese no estar vacío, le parecia faltar algo de ves en cuando, al final tomo un garrón y le echo agua para después acomodar las flores con cuidado.

—Ya tengo algo para que decore un poquito - miro su cuarto - Después de limpiar.

El típico queaser de todos los días, tender la cama, abrir las cortinas, barrer y trapear, lavar la ropa, etc.

Era el único que no contaba con sirvientes lo cual lo le extrañaba ello, preferiría hacerlo por su cuenta antes de que allá gente usmeando en sus cosas.

Tampoco es que tuviese algo que hacer algo después, la mayoría de su conocimiento en de libros de la biblioteca, sus hobbys los empezó de cero y por su cuenta, de su soledad podía aprender aunque en veces anhelaba la compañía de alguien.

—¡Y listo! - dijo con alivio - ¿Ahora que hago?

Miro a su alrededor pero ya no encontro que hacer.

—Aún es temprano... puedo hacerme algo.

Se vistió como era su costumbre, la camisa blanca y olgada de manga larga, su pantalón negro hasta su cintura pero decidió agregar un lazo naranja en este, botas asta sus rodillas, esta vez para intentar tener autoridad decidió ponerse una corona de alambres delgados echos de oro y pequeños opalos de fuego decorando está.

Apenas salir del cuarto ya era custodiado por su amigo por la misma razón de su castigo, apenas se paraba el otro se ponía frente suyo sin dejar de verle.

—Ballo, Weon ya podes dejarme en paz - empujo un poco al mencionado - No me podría ir aunque quisiera.

—Lo siento Phillip, ordenes son ordenes.

—Puto gordo.

—¡Hey! ¡Yo no decidió esto!

—Eso también lo se, ¿tan difícil es tener libertad?

—¿Acaso importa? Tienes todo aquí ¿no?

El de orejas puntiagudas no contesto, solo fue a la cocina y se hizo algo simple, un par de sandwiches de mermelada con jalea de frambuesa junto a una taza café.

—¿Es todo lo que vas a comer?

—Si, ¿algún problema? - tomo la chalola y empezó a caminar.

—Solo se me hace extraño - empezó a seguírlo - No me mal intrepretes pero he visto a otros comer mejores cosas.

—Como TU dijiste, otros.

—Phillip no exageres, no es para tanto.

—Lo se, lo se - suspiro un poco - Pero estoy molesto aún, contra apenas ahora puedo dar un paso fuera de mi cuarto sin que tu me acoses.

—Son las órdenes del rey, no las puedo cambiar aunque quisiera.

—Si no me decis no me doy cuenta, mejor me largo, como tengo todo... - lo último lo dijo en su susurro.

Ambos siguieron caminando hasta llegar a la habitación del castaño donde se metió para encerrarse en el único lugar donde puede estar en paz hasta que el enmascarado llegará, una duda llegó a su cabeza, ¿como era debajo de esa máscara? Solo sabía que tenía el cabello negro por el mismo echo de que es largo pero nunca se preguntó por su rostro.

Era de esperar pues apenas lo conocía, pero como todo buen curoseador quería saber más sobre el misterioso enmascarado que se topó, ¿Qué pensara de el? Pues es de los muy pocos que si le a llegado a mostrar respeto por su título como príncipe y no mostrar menosprecio por ser un doncel, aunque duda mucho que lo sepa.

—Un poco de dulce no le hace daño a alguien, menos a mí - dijo al terminar de comer.

Miraba por la ventana el cielo azul claro con las nubes blancas, el pueblo no muy lejos de los muros del castillo, apenas podía escuchar lo de afuera del lugar donde piensa que algún día podría ver lo que hay, anhelando aún su deseo de libertad, tarareando una melodía que su madre algún día le cantó.

—Quiero correr tanto bosque adentro~ Que mis pasos se vuelvan de viento~

Con sus manos simulaba las corrientes del viento y el como el sentía que iban.

—Tan perdido y lejos de quien era~ - se paro de su lugar - Que en silencio y lluvia me fundiera~

Retrocedió un poco de donde estaba, sonriendo mientras sentía el viento frío entrar por la ventana.

—Quiero desintegrarme en el aire~ Quiero serlo todo y no ser nadie~

Tomo un tulipan con cuidado para arrancar un par de pétalos.

—Quiero ser helecho, musgo y hiedra~ - solto los pétalos de la flor que salieron por la ventana.

—Una hoja caída en la tierra~

Miro el techo, imaginando estar en el bosque como decía la melodía de la canción.

—Quiero ser el zorro y ser la liebre~ Para darme vida y también muerte~

El sonido de las hojas del árbol, el viento que le pegaba con suavides las ramas y hacían caer las pequeñas flores de este.

—Quiero ser corteza y madera~ Ramas en el cielo se extiendan~ Quiero echar raíces en el suelo~Cantar en el canto del jilguero~

Desvío su mirada nuevamente a la ventana, el viento paraba de a poco su fuerza hasta extinguirse.

—Florecer en flor de adormidera~

Aplastó la flor con sus manos con fuerza, clabando un poco las pocas espinas de esta en sus manos sacando un poco de su misma sangre.

—Sangre de rocío y huesos de piedra~

Se acerco a la ventana solo tirar el tulipan blanco con manchas carmesí por la ventana.

—De mi corazón que nazca un roble~ El soltará sus hojas, yo mi nombre~

Cruzó sus brazos y los apoyo sobre el marco, aun si la sangre manchaba su ropa no le importaba, al final nadie cuenta se daba.

—Nada necesito y nada quiero~

Su voz se quebraba como su corazón, derramando lágrimas saladas, subió un poco sus antebrazos para que quedarán en sus hombros, apretando su ropa para mancharla de carmín.

—Nada más que ser el bosque entero~

Una libertad que quería estaba lejos de poder encontrar como tener, era un prisionero en su propio hogar como un desconocido en su familia, su sangre y cuerpo eran diferentes, una maldición como el se decía a sí mismo.

《 ♔ 》

Canción: Corazón de roble - Alanna.

𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora