XVIII

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" Las pesadillas son nuestros miedos, mayormente nuestros vagos recuerdos "

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El castaño empezó a abrir sus ojos con algo de pereza, estaba disfrutando su sueño pero su cuerpo de dijo que ya era hora de levantarse, sin más remedio se despertó por completo pero grata fue su sorpresa al ver que estaba acostado encima del azabache quien lo abrazaba como si fuera una almohada. Esa sensación se apoderó de él de un instante a otro, pero esta ves era más intensa, más fuerte, sacudió un poco su cabeza para salir de sus pensamientos.

—'¡Hay dioses! ¡Estoy demasiado cerca de el!' - pensó - '¿Ahora que hago?, ¿Cómo me quito de aquí?'.

Apenas trato de levantarse, el poeta lo abrazo con algo de fuerza y su cila se enrollo en su pierna para que no se fuera.

—'Okey... tengo que esperar ... esta ves' - se dio sin más - '¿Cuánto tardará?'.

Su mirada se enfoco en el poeta, recostando nuevamente su cabeza en el pecho del mayor para escuchar sus latidos lentos y su respiración lenta, la calidez que este le brindaba era demasiada cómoda a su parecer, movió una de sus manos para poder acariciar el cabello ajeno.

Pasaba su mano con cuidado por el cabello negro del otro, acomodandolo para que no le moslestara pero algo lo hizo detener un poco.

—'¿Qué es esto?'

Sentía algo extraño entre en cabello del otro, se sentía algo duro pero a la vez hueco lo cual lo extraño, empezando a hacer pequeños círculos al rededor de eso. Se alertó al sentir como el otro se contrajo un poco y saco un quejido de dolor pero bajo.

—'Creo que será mejor preguntar despues' - dejo eso para seguir acariciando el cabello del otro.

El castaño de a poco hiva volviendo a conseguir el sueño pero no se dejó de acariciar el cabello del otro, de a poco se formó un sonido extraño proveniente del más alto. Al mirarlo se percato que este estaba despierto, mirandolo con sus mejillas algo rojas pero muy atento.

—B-buenos días - sonrió el azabache.

—¿Puedes ronronear? - ladeo la cabeza.

—Emmm... Nop - se dio cuenta que este seguía ronroneando a lo que paro - ¿Por qué preguntas majestad?.

—Mmmm... Curiosidad - río un poco - ¿Que pasa si te acaricio aquí?.

Phillip paso su mano a la nuca del otro para empezar a rascarle suavemente, Missa cerro los ojos y se concentro para disfrutar esa sensación en su ser, ronroneando sin retenciones y mover la punta de su alargada cola con un ritmo lento pero alegre.

El castaño solo sonreía con suavidad al igual que el pelinegro, mientras que el poeta se libraba de su malos "pensamientos", el príncipe seguía con aquella pregunta que obtuvo por la noche.

¿Qué fue lo que le pasó?

¿Por que lloraba?

¿Lo puede ayudar?

¿Realmente esta bien?

¿Qué puede hacer el?

Salio de sus pensamientos al sentir un peso sobre su cabeza, era la mano del otro que también lo acariciaba con cautela, tomo un suspiro y decidió disfrutar ese momento junto al demonio, dejando que esa sensación que lo solía invadir se liberará aquella mañana, ese día solo eran ellos dos en ese hogar, en ese calor que era acogedor para los dos, el ruido del exterior solo era un sonido de fondo, solo se concentraban uno en el otro, uno al lado del otro.

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𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora