XXI

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《 ♔ 》

Volvamos a una semana atrás pero en otro lugar, para ser exactos, en el castillo del reino donde se podía ver al rey del lugar mirar los cuadros pertenecientes a su hijo desaparecido. Por tanto que buscarán los guardias no lograban encontrarlo en ningún lado y eso eralo que más le frustra, sabía que debía tener paciencia pero esta se consumía en su totalidad al pensar en los peores escenarios donde podría estar su hijo.

Dejo los cuatros para ver la habitación entera, no había visto cómo esta siempre tenía algo fuera de lugar, no era perfecta. No, si era perfecta, pero el solo la rechaza.

—Majestad - se escucho la voz de un guardia - Hay un demonio en la sala del tronó.

Esas palabras le tomaron por sorpresa, su mirada se volvió fría y llena de rencor.

—Mantengalo allí, ya iré yo.

—Si majestad - se marchó lo más rápido posible.

El rey fue a si paso lento pero firme, los demonios tenían demasiado claro que no tenían nada que hacer en el palacio, ese remordimiento a los seres de cuernos creció por "culpa de ellos" al asesinar a su padre, esos seres a su parecer tenían que ser eliminados pero sabe que ir al pueblo sería estar con ello y no podría hacer eso frente a tanta gente.

Por ello era dicho que los demonios no pueden entrar al castillo.

Apenas llego a su tronó miro al dicho demonio, era un joven que no lograba pasar de los dieciséis, estaba nervioso y se notaba en la cola, que se enrollada en si por el miedo, era retenido por una cuerda que lo ataba de brazos a la espalda y un guardia lo mantenia arrodillado ante el, apretando la nuca del joven para que no se moviera tanto.

—¿Que es lo que quieres?

Se creo un pequeño silencio en el lugar, ante la inconformidad del momento, el guardia apreto el agarre.

—¡Habla! - ordenó el de armadura.

—M-Majestad, yo quería in-informarle sobre algo que p-pasa en los c-cul-cultivos - apenas hablaba por el dolor.

—¿Se puede saber que es? - con cautela, le hizo una señal a uno de los guardias para preparar algo.

—La g-gente no tiene n-nada de dinero, no nos han pag-pagado y no puede co-comer ya que no tiene para c-comprar.

—Y crees que es mi problema - se paro del tronó - ¿verdad?

—No su majestad - se sentía el miedo en su voz - So-solo quería saber s-si ha ávido alguna ra-razón para que no nos p-pagará.

—¿Por qué he de confiar en tu palabra? - un guardia le entrego un par de guantes de cuero.

—Por qué soy de allí - hablo claro esta vez.

El rey, ante la postura del joven sabía que era cierto, que el joven no mentía, pues era consiente de que a llegado a descuidar sus deberes por la búsqueda de su hijo y puede que una de ellas fuera el pago a la agricultura de su pueblo, luego se encargaría de ello.

—Bien, me encargare de ello después.

—G-gracias su majestad - trato de pararse pero solo consiguió ser nuevamente arrodillado.

—Pero hay un precio que pagar... Sabes demasiado bien que tu especie no es recibida aquí...

—Le j-juro que no vo-volvera a pasar - trataba se safarse del agarré pero era en vano.

—Y yo me aseguraré de ello... ¿sabes como?

—N-no su majestad...

—Sabes... Los cuernos de un demonio son demasiado valiosos... una fortuna a decir verdad...

El chico se asusto al ver lo que le entregaron en manos, era una cadena en un rojo demasiado vivo, no se quemaba por sus guantes pero el chico le invadió el miedo, empezando a forcejear, otro guardia mantuvo su cabeza quieta.

—Tu pagaras por ellos.

Sin más, enrollo la cadena sobre los cuernos de aquel chico para empezar a jalarla, el pobre chico gritaba de dolor, desesperación, miedo, sentía como sus cuernos eran quemados y rotos por la cadena ardiente, los crujidos de la rompiera eran fuertes, no sólo rompía los cuernos, la sangre también se llegaba a ver callendo por el rostro del chico, gastando su garganta en petición de parar con tal atrocidad pero no pasaba nada de ello.

De pronto los cuernos cayeron al suelo junto con sangre ajena a la del rey, el chico lloraba, temblaba, sus ojos abiertos ante lo sucedido, la sangre llegando a manchar su rostro en hilos de aquel líquido rojo, el soberano solo tomó los cuernos del demonio.

—Saquenlo de aquí... no quiero plagas en mi palacio - dijo sin más.

Los guardias arrastraron al chico ya soñoliento por todo el castillo hasta aventarlo afuera como un trapo viejo.

Por el lado del rey, este mando a guardar los cuernos junto con los otros que ya poseía.

Pensando en lo que podría estar pasando su hijo fuera del castillo, no tenía demasiada fe.

《 ♔ 》

¿Alguna teoría con la nueva información?

Los leo ^^

𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora