XXVII

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" Uno puede cambiar para bien, otro para mal, los dos distanciados se volverán, al final ninguno sabe quien es el "

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Phillip se encontraba en su cuarto guardando sus cosas en una pequeña bolsa para cuando se marche, pensaba hacerlo más adelante pero ya tenía algo un mente que investigar y eso era el por qué su padre ahora es haci con el pues estaba seguro esta ves de que el estaba bajo los efectos de algún echizo o maldición ya que el nunca antes lo llamo hijo, sus hermanos hermano, los guardias y sirvientas príncipe, le tenían un respeto que parecía ser enfermizo.

Ahora que lo pensaba bien, tampoco solía usar ropa tan elegante hasta que llegó.

Eso era demasiado extraño como incómodo para el pues nunca se espero esa reacción de la gente, más bien se esperaba que lo regañaran por toda la eternidad, que por lo menos lo encerraran por un mes o de plano lo matarán.

No tenia confianza en ninguna persona de ese lugar más que su amigo Vallo, pero el fue transferido a la guardia de vigilancia, por lo que el estaba a los límites del pueblo, osea que tampoco tiene a alguien con quien hablar. Era frustrante para el.

Era algo que tendría que soportar hasta que su valla del pueblo, tendría que soportar al hipócrita de su padre por esos días, pero era consiente de que pronto se marcharía de aquel lugar por su propio bien, empezando a imaginar el como seria el pueblo del poeta ya que este le llegó a contar algunas cosas.

Un pueblo brillante y lleno de vida, gente de aquí allá con risas y música constante, loa hermanos de azabache también, preguntándose a si mismo si estos lo aceptarían tan bien como dice el poeta, ambos paseando por todo el lugar sin necesidad de esconderse, cariñosos, abrazados, besándose, caricias, uno junto al otro.... solos... otras cosas que lo pusieron como un tomate.

Por parte del Rey.

El buscaba la forma de poder hacercarse a su hijo, siempre que hablaba con el doncel se apartaba o se callaba, realmente quería comprender mejor al chico pero este no coperaba para nada, no lo culpaba.

Siempre fue frío y duro con el, tratándolo como un plebeyo cuando se merecía su mismo respeto, realmente tenía que remediar las cosas con su hijo antes de poder cononarlo como príncipe, poder arreglar algún matrimonio para el y enseñarle mejor el exterior.

¿Dejaría que se casara con un plebeyo? No, antes muerto que eso.

No importaba si tenía que mandarlo a las trece colonias a tener que verle con un plebeyo que no sería capaz de nada, lo único que su hijo tendría al lado de uno sería la infelicidad. Lo tendría preso como un perro y trabajando peor que una sirvienta, no quería ver eso en su hijo y estaría dispuesto a pagar mil y un fortunas con verle con un príncipe.

Recordando un caso de propuesta, la familia real del reino de Caernarfon le había dado una propuesta de matrimonio entre su hijo Felipe y el príncipe del reino, llamado Eret Alastair.

Era una gran oportunidad para el y su gente ya que con ese matrimonio tendrían más poder y resperto, la propuesta ya tenía años de haberla dicho pero estaba seguro de que ellos aceptarían sin ningún problema, al fin y al cabo su hijo era uno de los muy raros donceles de linaje real, si bien no lo pudo tratar el como tal, un príncipe como el chico lo haría mejor que un plebeyo.

Pero no contaba con la entrada de otro demonio a sus aposentos... pobre del doncel... eso no tubo que ver ni escuchar... ahora el miedo es mayor... ¿Verdad?

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𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora