XI

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" Ya puedes salir y sonreír, pero estas apegado a mi '

《 ❦ 》

Phillip estaba demasiado tranquilo en la cama, apenas ayer pudo curar varias de sus heridas y eso era una buena señal para el ya que podría salir de la acogedora casa del poeta, no podía esperar a ver como era el exterior pero por su propio bien tenis que prestar atención a todo lo que decía el azabache, no era fácil para el.

—¿Te quedo claro? - miraba atento al castaño frete a él.

—No acercarme demasiado a los guardias y no separarme de ti para no perderme - sonrió - Facilito.

—Ven aquí, ocupo hacerte algo.

—¿Qué cosa?

—Ocupo peinarte, como perdiste mi cepillo tendré que hacerlo de otra manera.

El castaño dudo pero fue con el otro, Missa peinaba con sus manos el cabello del doncel para poder hacerle una coleta simple, para después tomar algo de maquillaje y ponerlo por encima de la marca del doncel para que no se viera, pese no haber demaciados guardias que lo reconociera, no quería arriesgar demasiado ello.

—Listo - se paro frente al castaño, realmente se veía bien con ese peinado ante los ojos del demonio.

—¿Para qué me peinas haci? - lo olvido, otra vez.

—Por si hay guardias, solo se fijarán en tu marca y tu apariencia - aclaro - La verdad es que si cambia un poco tu rostro con ese peinado.

Esa sensación invadió su cuerpo nuevamente por las palabras del otro, solo que sentía como sus orejas se movían de arriba a abajo pero no se notaba mucho a su parecer.

—Gracias - se limito a decir.

—Vamos, que haci te podré mostrar mejor el lugar - extendió su mano ante el más chico.

Phillip tomo la mano de Missa, el tacto del poeta era suave y delicado pero lo suficiente firme para guiarlo a la puerta, una ves la abrío el doncel pudo ver y estar en el pueblo.

Lo primero que vio fue un grupo de unicornios enormes que llevaban cosas jalando, a lo que el doncel se aferro al brazo del azabache, pues era la primera ves que veía un animal tan de cerca, al ver mejor el lugar se dio cuenta de que había demaciadas personas como animales diferentes, deste elfos como el hasta un híbrido de totem gigante.

—¿Ahora qué? - miraba todo a su alrededor.

—Tenemos que ir por un encargo que hice hace un tiempo - tenía una sonrisa en su rostro por el como estaba el castaño, parecía un niño pequeño.

—¿Donde es eso? - miro al azabache.

—Esta por la plaza del pueblo haci que es mejor que empecemos a caminar.

Ambos chicos empezaron a caminar a su destino con toda la calma, Missa respondía cada duda del príncipe tan curioso con todo a su alrededor, era algo fastidioso a su parecer pero el poeta comprendía todo ello.

{ ♤ - ♤ }

Un grupo de guardias estaba siendo regañado y encarado por el gobernante del pueblo, el rey estaba demasiado molesto, enojado, estresado sobre lo ocurrido hace una semana.

—¡Espero que tengan algún rastro de Mi hijo el día de hoy! - grito a los guardias.

—Lamentamos informarle que no hay rastro del doncel su alteza - hablo el comandante - No todos los hombres son conocedores del chico.

—Pues dígale a todos sus hombres que nadie descansará hasta encontrarlo, nadie más entrará ni saldrá del palacio y menos del pueblo.

El comandante asintió y se retiro con los caballeros presentes, el Rey al verse solo se sentó en su tronó para poder pensar bien las cosas. Lo primero es encontrar a su hijo sano y salvó, lo segundo es prepararlo y enseñarle todo lo que debe saber un príncipe de verdad, lo tercero y último es colonarlo frente al pueblo para que ya sea una autoridad y parte de la familia real.

Solo hay un problema con todo ello, el nunca antes tuvo una relación de padre e hijo con el doncel, apenas sabía que a este le gustaba escapar del castillo y leer, no sabía nada más de ello, no sabía que le gustaba o disgustaba, que leía y que no, lo que pensaba, lo que deseaba, si comia bien o mal, como era con la gente del lugar, como era con sus hermanos, con su madre, con el.

Jamas le llamó hijo y el nunca e permitió llamarlo padre.

Pensó demasiado en ello, pues no hay nada más que recuerde de eso y eso lo empezó a atormentar, dentro de un mes el castaño cumpliría la mayoría de edad y el apenas decidió actuar.

Al chasquear los dedos llegó su asistente.

—Diles a las sirvientas que revisen el cuarto de Felipe por completo, quiero que me digan todo lo que hay en ese lugar.

—A la orden su majestad.

El asistente se retiro lo más rápido posible a dar la orden, simplemente el echo de que el castaño ya no estubiera no le causó paz, le causaba terror de lo que le podría pasar a su hijo, imaginando mil y un escenarios en su mente de como podría acabar su hijo.

Solo esperaba lo que su hijo esperaba bien.

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Phillip estaba mas que feliz con Missa.

El chico veía por primera vez la plaza del pueblo que era mejor de como la describía sus hermanos, era un lugar con puestos de comidas, verduras, dulces, ropas, niños jugando entre ellos, la enorme estatua de el fundador del pueblo, un hombre que resaltaba su anillo dorado y gema de color anaranjado, junto a el un lagarto alado que el castaño supo reconocer.

—Un Liolaemus Schmidti - señaló la estatua - Son raros de encontrar.

—¿Quién es el de la estatua?

—Uno es de mis antepasados, su nombre era Felipe Flores - aclaro - Independizó el pueblo de las diversas amenazas del Reino de castilla para y logrando hacernos libres.

—¿Y el lagarto ese? - señaló al animal.

—Buscaba un lugar seguro donde poder proteger al pueblo y proteger a su gente, una noche el lagarto le robo su anillo y siguió a ese lagarto hasta lo que hoy en día es nuestro pueblo.

—Ya veo - miro más detenidamente la estatua - Se parecen un poco a decir verdad.

—¿Enserió?

—Sip, solo que el se ve más viejo y llevan el mismo nombré - río un poco - Y los dos quisieron la libertad.

El chico solo río, al ver de reojo al azabache noto que lo miraba con una sonrisa en los labios, sus mejillas estaban ligeramente rojas y su cola se movía con algo de fuerza.

¿Por qué pasara?

《 ❦ 》

Volvi a la vida ^^

Pinché compañia de luz que tardo siglos en venir >:[

𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora