XXXIV

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" El bosque puede ser oscuro sin la luz de la luna, por eso es tan importante verla como ninguna "

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El grupo seguía con su camino, no tenían prisa gracias a dios pero aún haci el doncel no dejaba de ver el bosque junto al animal a su lado, Phillip nunca imagino ver y estar en el bosque ya que la mayoría de las cosas que leyó de esos lugares solo te esperaba la muerte... ¿Entonces el castillo era un bosque? No, el bosque es más lindo.

Prefería estar allí que en el castillo, literalmente era un perro encadenado y pese a sonar feo era la verdad, miro al azabache el cual reposaba su cabeza en sus piernas mientras aun dormía tranquilo y su cola se encontraba enrrollada en su propia cintura aun escuchando su leve ronroneo, una gota se agua lo asusto un poco, al ver el cielo se dio cuenta de que estaba brisando nuevamente.

—Phillip - hablo el castaño - ¿Me pasas una caja que esta abajo de su asiento?

—Emmm... - se asomo un poco - ¿Es un poco larga?

—Si, es esa - se asomo su mano para tomarla

El chico se la dio al animal para que sea entregada al dueño - ¿Qué es eso? ... ¿Un reloj?

—Es mi varita, no la necesito mucho ya que puedo hacer magia con las manos pero soy un poco... descuidado en eso - tomo la caja y tomó lo dicho.

—La última vez quemaste la casa con Town y Bers adentro solo queriendo prender una vela - recalco el otro - Por suerte salieron ilesos de alli... también por que lo tienes prohibido.

—Solo fue un pequeño~ accidente, confundí echizos - alzo la vara al cielo - Pluvimentum.

Un echizo fue lanzado arriba de ellos, la carroza fue cubierta por algo casi transparente pero brillante que los cubría de la lluvia, también cubría los animales lo cual le fascinó.

—Increíble - susurro.

Bolillo se acerco a él con una bolsa en boca - ¿Para mí? - vio como asintió.

Tomo la bolsa con cuidado y la abrío, eran un par de empanadas que estaban un tanto calientes por lo que tomo una y le dio un pedazo al animal para empezar a comer tranquilo, mirando como brisaba con calma por el momento.

《 ♔ 》

Tanto la reina como sus hijos trataban de salir del cuarto donde fueron encerrados por el rey, llevaban allí casi tres días y no soportaban más, trataron de que su padre entrase en razón y dejara de buscar al doncel pero fue en vano.

Ahora estaban encerrados y quien sabe cuando podrían salir de ese lugar.

—Javier, ¿algún otra idea que no sea romper la silla? - miro el mueble roto.

—¡No se tu dime! - tomo un palo y trato de clabarlo en la puerta.

—Tu eres quien tiene que saber, eres el "listo y guapo" - hizo las comillas con sus dedos.

—Pues también seria una gran oportunidad para que uses el adorno que tienes de cabeza.

Ambos hermanos empezaron a discutir sin razón, su madre estaba sentada en la orilla de la cama pensando en alguna manera de salir de ese lugar que estaba más que segura que si se quedaba más tiempo se volvería loca en un dos por tres.

¿Cómo Felipe no se volvió loco?

Fuera del cuarto se encontraba el rey escuchando la discusión de sus hijos, ¿la pararía? No; simplemente no quería intervenir en el castigó de su familia por una traición haci de grande a su parecer y de paso pasarán una semana lo que su hijo tuvo que pasar durante 13 años.

𝘗𝘰𝘦𝘮𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘭𝘦𝘣𝘦𝘺𝘰 / Mr.Phissa / Mpreg AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora