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Abro los ojos de golpe cuando escucho unos gritos de pánico.

Tengo la boca seca y debido a la oscuridad tardo en enfocar la vista.

Miro a mi alrededor, veo a un chico de cabello y ojos oscuros junto a mí, me mira, le devuelvo la mirada y antes de decir cualquier cosa, la especie de jaula en la que estamos comienza a subir, observo a través de las rendijas cómo el suelo se aleja.

—¿Qué es esto?— le pregunto al chico asustada.
—No lo sé— responde igual de asustado.

Pego un pequeño chillido cuando escucho un gruñido a mi espalda.

Me arrastro hasta el otro lado de la jaula.
—¿Qué es eso?— fijo mis ojos en los suyos.
—No lo sé— repite.

El chico se acerca lentamente a la caja y levanta el manto que la cubre, el animal suelta otro gruñido y el chico vuelve nuevamente a mi lado.
Nos miramos fijamente con los ojos muy abiertos y al instante, como si nos hubiésemos leído la mente, nos levantamos y empezamos a golpear desesperadamente el techo de la jaula pidiendo ayuda.

Una luz roja se enciende, ambos vemos el final del túnel sin salida y nos tiramos al suelo aterrados.

Justo antes de chocar, la jaula se para en seco y la luz roja se torna verde.

Respiro bruscamente y víctima del pánico agarro la mano del chico, este me devuelve el gesto y la aprieta tan fuerte que empieza a cortarme la circulación.
—¿Vamos a morir?— me tiembla la voz.
—No lo sé— traga saliva.

Las compuertas en las que termina el túnel se abren, la luz del sol me ciega por un momento, pero cuando consigo enfocar veo un gran grupo de personas observándonos.

Dos chicos no mucho mayores que yo abren las puertas de la jaula. Observo todo sin dejar de apretar la mano del chico al que ni siquiera conozco.
Escucho cómo se ríen, algunos se susurran cosas al oído mientras me señalan, otros no se molestan y las gritan, trato de descifrar sus palabras, pero no soy capaz de concentrarme en ello, solo puedo escuchar los latidos de mi corazón.

Paso la mirada entre toda la gente y justo cuando uno chico pecoso de ojos azules salta dentro de la jaula, me doy cuenta de que no hay ninguna mujer entre todos esos hombres.

Trago saliva y suelto la mano del chico mientras el otro se acerca a mí.
—Una chica— me mira curioso.

Mi pulso se acelera más aún, respiro hondo e intento calmarme.

El chico a mi lado, quien sigue asustado, se acerca lentamente y se coloca estratégicamente entre nosotros.
—Tranquilo verducho, no le haré nada— le dice mientras sonríe divertido.

El chico de ojos oscuros intenta hacerse el valiente, pero se queda inmóvil sin decir nada mientras el chico de ojos azules le esquiva para agarra mi brazo.
—Vamos, te ayudaré a subir— me quedo paralizada pensando en si es buena idea resistirme.

Al ver que no me muevo, agarra mi cadera y me impulsas para subir a la superficie. Caigo al césped y un momento después el chico que estaba conmigo en la jaula cae junto a mí.

Todos los chicos nos rodean, la mayoría me mira a mí en vez de a él, pero ambos nos encontramos en el centro del círculo.

Hablan y sonríen, no consigo entender nada, es como si mi cerebro no funcionara, incluso creo que me están abucheando, pero me es imposible silenciar los fuertes latidos de mi corazón.

Giro la cabeza, dirijo la atención hacia el chico de ojos oscuros, nuestras miradas se cruzan y al igual que en la jaula, nos levantamos a toda velocidad para salir corriendo como si la vida nos fuera en ello.

—¿Qué es esto?— le grito mientras corro.
—¡No lo sé!— responde de nuevo.
—¿Por qué sólo dices no lo sé?— pregunto agobiada.
—No lo sé— repite nervioso.

Decido dejar de hablar y concentrarme en correr, no he mirado atrás para ver si nos siguen, no quiero saberlo, sus miradas me han hecho sentir incomoda, y aunque sonreían mientras me hablaban, presiento que lo que decían no eran nada bueno.

Sorprendentemente vamos casi a la para, él va un poco por delante, pero claramente es más alto que yo, por lo que no es de extrañar que me saque un mínimo de ventaja.

Dejo los pensamientos a un lado y vuelvo a dirigirle la mirada, el chico trata de devolvérmela, pero cuando lo hace se tropieza y rueda por la explanada.

No se por qué, pero sigo mirando atrás sin dejar de correr, veo cómo el grupo entero se ríe mientras nos señala y cómo dos de ellos van hacia el chico que corría junto a mí.

No paro de correr, pero tampoco de mirarle, veo cómo llegan hasta él, quien me mira con la boca abierta, pero cuando vuelvo a repasar su mirada, me doy cuenta de que no es a mí a quien mira, sino a lo que sea que tenga detrás.

Me doy la vuelta asustada aún sin dejar de correr, y justo cuando lo hago, choco de lleno contra un muro de piedra.

Caigo al suelo y con la vista borrosa aprecio la largura de este, llega casi hasta el cielo, veo el montón de enredaderas que lo cubren y antes de perder el conocimiento siento un pinchazo en la sien, trato de levantar la mano para palparme la frente, pero no consigo reunir la fuerza para ello, mis párpados caen lentamente y el pitido de mis oídos se hace más fuerte.

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Hola de nuevo! Para todas las que ya me conocen, que sepáis que os quiero y que el motivo principal por el que he decidido empezar otra historia, es que os echo de menos, a vosotras y a vuestros comentarios jajajaja y presiento que en los próximos capítulos me reiré tanto como antes. Para las nuevas, espero que os guste, comentad si tenéis alguna petición o si no entendéis algo y no os cortéis un pelo a la hora de hacerlo, aquí se habla como en el psicólogo.

<3

Roja (The Maze Runner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora