CAPÍTULO 3

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Alexia

Apenas llevaba una hora y media de vuelo.

Aún me restaban ocho horas y media y yo ya estaba aburrida. Para mi mala suerte, a pocos asientos del mío, estaba una familia con un niño que aparentaba tener unos cinco años que no solía quedarse callado ni un segundo. Cuando no lloraba, gritaba. Y cuando no gritaba se la pasaba viendo videos en su iPad con una intensidad de volumen impresionante.

Me maldije a mí misma, incrédula al tener este tipo de suerte. Es decir, ¿qué mal había hecho en toda mi vida, como para pasar un vuelo de diez horas con un demonio de niño?

Busqué dentro de mi bolsa de mano mis auriculares y me los coloqué para tratar de distraerme momentáneamente. Ingresé a mi lista de reproducción y sonreí al leer el nombre "on my own", una playlist que cree junto con Set y que contenía la mayoría de mis artistas favoritos. Pulsé el botón para que las canciones comenzaran a reproducirse de manera aleatoria, dejando a la familia del caos en segundo plano.

Sentí como la emoción recorrió cada parte de mi pecho al escuchar la primera canción que salió aleatoriamente. Era una de mis favoritas y reparé en que tenía demasiado tiempo que ya no la había escuchado.

Sin duda, los gritos del niño estaban logrando ser inaudibles y me permití disfrutar del momento y de la canción.

Cierra los ojos e imagínate despertar
En los lugares donde no imaginaste estar
Estoy viviendo otra vez
Aquí contigo otra vez
Acércate un momento, verás toda mi realidad
Callado y en silencio
Sueño con verte al despertar
Bajo las luces, contigo otra vez
Bajo las luces, llegó el amanecer

Todas las sensaciones que me provocaba escuchar una canción que realmente me gustaba se sentían como un abrazo reconfortante y pensé que, definitivamente, el amor debería sentirse como esta canción.

No pude evitar preguntarme si alguna vez conocería a alguien que me hiciera sentir como me siento cada vez que la escucho.

De nuevo los gritos espantosos del niño interrumpieron mis pensamientos, siendo aún más fuertes, ya que tenía la capacidad de escucharlos aun con los auriculares puestos.

Suspiré, rendida. Por mi bien, debía ser paciente, ya que no llevaba ni la mitad del vuelo.

Estaba realmente intrigada por el libro viral que tenía que traducir. La editorial en Londres no había querido darme demasiada información al respecto. Tanto, que ni siquiera sabía quién era el autor. No sabía de qué libro se trataba, ya que, al parecer, Book&Books —la editorial en Londres— estaba esperando a que llegara personalmente a la editorial para finalmente decirme cuál era el libro en cuestión.

Aun así, me sentía emocionada y no paraba de pensar si es que conozco al autor o si es que ya he leído el libro en su idioma original. Y lo mejor, que, si ya lo he hecho y me ha gustado, sería para mí un placer enorme traducirlo. Entraría en la famosa categoría "placeres de la vida".

Considero hasta este momento que, tal vez, no tengo tan mala suerte. No todos tienen la oportunidad de trabajar en algo que realmente les gusta y les apasiona. Además, es aún más satisfactorio cuando hay una retribución económica al realizar cosas que personalmente consideras un placer de la vida y que, además, este placer de la vida tiene como locación Londres.

Y se sentía tan irreal, como un sueño.

Me obligué a dejar mis pensamientos a un lado, dejar de soñar por un momento y dejar de crear escenarios en mi mente acerca del libro viral —del que uno no sé nada.

Bajo la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora