Andrew
Los rasguños en la puerta de nuestra habitación me despertaron. Miré aún con ojos adormilados el reloj que marcaba las ocho de la mañana mientras la respiración acompasada de mi mujer se estrellaba contra mi cuello constantemente.
Me tomé todo el atrevimiento de contemplarla detenidamente. Su cabello totalmente despeinado y enredado le cubría la mitad de su rostro, mientras que la otra mitad se escondía contra ese ángulo que se crea entre mi cuello y mi hombro, y donde Alexia encajaba perfectamente bien. Nuestras piernas se encontraban enredadas y una de sus manos yacía sobre mi estómago, lo que me permitía sentir su calor en cada parte de mi cuerpo.
Muy a mi pesar, tuve que apartarme lentamente para levantarme e ir a sacar a Wonder al jardín, quien seguía rasguñando la puerta en espera de que le abriera.
Intenté ser lo más sigiloso posible al ponerme de pie para no despertar a Alexia, pero fracasé terriblemente.
—¿A dónde vas? —preguntó sin siquiera abrir los ojos.
—A sacar a Wonder al jardín, nena.
Emitió un sonido como respuesta y siguió profundamente dormida.
Básicamente esa era la rutina del día a día. La mayoría de las veces Wonder me despertaba más temprano, antes de que Alexia comenzara a alistarse para ir al trabajo. Todos los días trataba de levantarme sigilosamente y todos los días Alexia me preguntaba a donde iba, aunque ella ya supiera la respuesta por default. Imaginaba que a ella le generaba cierta inseguridad que despertara antes porque sentía que la estaba dejando y tal vez por eso se aseguraba día tras día de rectificar lo que ya sabía, pero que no quería dar por hecho.
Finalmente abrí la puerta y encontré a Wonder esperándome pacientemente. Mi presencia le importó poco y me esquivó rápidamente para entrar a la habitación. Se trepó sobre la cama y luego de darle muchos "besos húmedos" como los llamaba Alexia, aunque de besos no tenían nada porque solo le restregaba la lengua por todo su rostro, regresó hasta mí, dispuesto para dirigirnos al jardín.
—Buenos días a ti también, amiguito—dije con recelo.
Comencé a caminar con Wonder a mi lado y al llegar al jardín abrí la puerta para que pudiera salir a hacer sus necesidades.
Le di su espacio y regresé al pasillo, mirando con atención nuestra casa. Todas las habitaciones gritaban "Alexia" por todas partes. No había ni un solo rincón en cualquier habitación que no tuviera una pila de libros inmensa. Tampoco había ningún resquicio de espacio porque todos se encontraban ocupados por documentos aleatorios.
Alexia tenía una obsesión con ocupar su tiempo libre y sacarle algo de provecho. Así que la mejor decisión que ella creía tomar era traerse el trabajo a casa y continuar con sus deberes laborales aquí.
Entré al estudio y luego de sentarme en mi escritorio encendí el portátil para comprar por internet un librero más. Le había ofrecido a Alexia con anterioridad que eligiera una de las habitaciones de invitados para reacondicionarla y hacerla su estudio para que sus aditamentos de trabajo no estuvieran esparcidos por todos lados, pero claramente, siendo la persona tan obstinada que es, jamás aceptó.
De vez en cuando, yo tomaba sus cosas y las ordenaba en mi oficina. Algunos libros los había acomodado en mis estanterías, pero ahora ya no había espacio alguno para un libro más. Y claro, luego Alexia venía como un niño pequeño cuando pierde un juguete, preguntándome si sabía dónde estaba algún documento que necesitaba y que yo había dado por hecho que ya no ocupaba.
Aunque me encantaba complacerla la mayoría del tiempo, en esta ocasión era necesario que acomodáramos sus cosas en algún lugar o en cualquier momento la casa iba a estallar. Así que había decidido reacondicionar mi estudio y distribuirlo de tal manera que ella pudiera usar la mitad de la habitación. Y esta remodelación debía comenzar por mí, comprando más libreros.

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Bajo la luz
RomanceAquellas personas que estén unidas por el hilo rojo están destinadas a convertirse en almas gemelas, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias en las que se encuentren, están destinadas a vivir una historia valiosamente vital. Puede que n...