Kiara
Entre todos los puntos malos que había luego de que establecieron el diagnóstico de Zara, por lo menos, habían dos cosas buenas. La primera, es que iba a empezar con sesiones de fisioterapia a la brevedad y al menos tenían la oportunidad de poder llevarlas a cabo de manera particular, sin que el dinero fuera un obstáculo. La segunda, fue que la dieron de alta ese mismo día por la tarde, ya que no había nada más que los doctores pudieran hacer, más que prescribirle medicamentos que le ayudaran a controlar el brote.
Ya en casa de los Miller, la atmosfera se sentía tensa aún. Todos los integrantes de la familia trataban de llevar la adversidad con calma. Sin embargo, se podía notar que aun seguían en el proceso de aceptación de la enfermedad y de las consecuencias que traería en un futuro.
Varios familiares lejanos —y algunos no tanto— habían ido a visitar a Zara, con cierta incertidumbre al enterarse de la enfermedad. Si bien, algunos lo tomaban con calma, otros expresaban genuinamente lo terrible que era la situación, soltando unas cuantas lágrimas traicioneras el encontrar a Zara tendida en la cama de su habitación, sin que sus piernas pudieran responderle naturalmente. Lo que hacía que los muros que había construido Owen se derrumbaran en segundos.
De todos los familiares, quien más se encontraba impasible era Carl, el padre de Owen. Y ayudaba bastante a que sus hijos pudieran sobrellevar el proceso. Al ser el pilar de la familia, dolorosamente no tenía permitido dejarse ver derrotado y eso hacía para Zara todo mucho más fácil. Aunque de manera clara, seguramente Carl estaría destrozado por dentro, como todos los demás.
Entre otras actualizaciones, Lily y sus padres han hecho acto de presencia todas las tardes. Según dice ella: por apoyo moral.
No podría explicar exactamente como me sentía ante su frecuente presencia, porque parecía que había entrado un poco en razón y mágicamente dejó de comportarse como una adolescente. Paró con sus insinuaciones verbales hacía mí y parecía limitarse a hablar con Owen únicamente lo necesario.
Por el contrario, a pesar de que Kyle me había dicho que me tomara con calma la actitud de Lily, haciéndome creer que la estaba defendiendo o al menos se encontraba de su lado, parecía que entre ellos dos no llevaban la fiesta muy en paz. Podía afirmar que ninguno se toleraba y que incluso, se odiaban. A menudo, los pillaba peleándose por cualquier tontería, que después intentaban disimular cuando notaban mi presencia.
Pero, honestamente, no podría importarme menos.
Entré en la cocina y me dirigí hacia el frigorífico para evaluar los alimentos que se encontraban en él y comenzar a cocinar algo improvisado para que todos pudiéramos comer. Parecía que la única persona que llevaba el mando en esa cocina era Zara y ahora que se encontraba indispuesta, ninguno de los tres hombrecitos de la familia sabía que hacer. Así que, en un acto de razonamiento, decidí que me otorgaría la tarea de cocinar en el tiempo que estuviéramos aquí. Estaba mal que lo pensara, pero en verdad rogaba para que no fuera tanto.
—No la soporto. —confesó Kyle, entrando a la cocina y tomando asiento en un taburete alto frente la barra de desayuno.
—¿A quién? —pregunté, abstraída en mi tarea.
—A Lily. —dijo a regañadientes.
Levanté mi vista del sartén y lo miré, con el ceño fruncido.
—¿Puedo saber por qué?
Me miró desconfiado, dudando si hablar o no, mientras cruzaba los brazos sobre su regazo.
—¿Owen sigue sin contártelo? —asentí y él suspiró—. Es complicado explicártelo si no lo sabes aún.
—Ya.
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Bajo la luz
RomansaAquellas personas que estén unidas por el hilo rojo están destinadas a convertirse en almas gemelas, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias en las que se encuentren, están destinadas a vivir una historia valiosamente vital. Puede que n...