Kiara
Acepté.
No precisamente porque la participación de Vincent estuviera en juego. Consideraba que realmente si él quería participar o no, independientemente de si tenía que ver conmigo o no, no me concernía en lo absoluto.
Acepté porque todo se acomodó para que sucediera.
La familia de Alexia (su papá y Dina) se dedicaban a los medios de comunicación; específicamente a la radiodifusión. De tal manera que, el contrato que firmé para la publicidad de la cafetería, lo hice en la emisora de radio donde ellos trabajaban. Al discutirlo con Dina y con su jefe, pudimos llegar a un acuerdo y sólo se me cobraría una cierta cantidad de indemnización por no cumplir con las estipulaciones y se me regresaría el resto.
Aunque el productor del programa insistió en sumar el monto de indemnización a mis regalías finales, decidí no aceptarlo. Lo que tenía que pagar como indemnización no era nada comparado con la suma final que pagué por la campaña de marketing, y eso si me podía permitir perderlo. No sería una pérdida tan grande, tomando en cuenta lo que estaba a punto de ganar por el programa.
Había pasado casi una semana desde que hablé con el productor, y mi relación con Vincent iba cada vez mejor. Aprovechamos estos días para ponernos en contexto de lo que había sucedido en nuestras vidas durante el último mes. Todo estaba fluyendo de maravilla y yo no estaba más que satisfecha con la decisión que había tomado en cuanto a nosotros.
Desde mi reunión con el productor, Vincent había estado viniendo por las tardes noches a pasar el rato y platicar de todo y nada, lo que ocasionaba que yo cerrara la cafetería un poco más tarde de lo normal por dos motivos: el primero era que la platica en algún punto se volvía tan interesante, que el tiempo volaba. Solíamos acompañarlo siempre de unos cuantos tragos, pero nada en exceso. El segundo era que, a petición de su manager, el debía llegar a la cafetería cuando no hubiera tanta gente, y debía irse cuando ya fuera más noche para evitar que lo reconocieran y todas esas cosas.
La mayoría de las ocasiones, Vincent me acompañaba a mi departamento por lo mismo de que ya era muy tarde. Los primeros días no estaba en mis planes quedarme tan tarde, así que me iba caminando a la cafetería. Mi departamento quedaba, a lo mucho, a veinte minutos a pie, así que disfrutaba siempre elegir caminar. Sin embargo, al tercer día, debatí internamente que quizás Vincent no siempre tendría tiempo para acompañarme y que, si no llevaba auto, siempre se vería con el compromiso de hacerlo. Así que comencé a utilizar mi coche, sólo por si acaso.
Aun así, Vincent me acompañaba a mi departamento llevara auto o no.
Así que, en resumen, todo iba bien. Las cosas estaban saliendo bien. Pero, aunque por el momento todo fuera color de rosa, seguía intrigándome muchísimo quiénes serían los demás artistas que aparecerían en el programa.
—Hey —saludó Vicent cuando llegó a la cafetería, mientras se sentaba frente a mí.
Ese día, afortunadamente, tenía el personal suficiente para que la cafetería funcionara por su cuenta, así que me permití quedarme sentada en un rincón revisando todas las facturas que había aplazado conscientemente. Disfrutaba mucho hacer la parte administrativa de la cafetería, pero no podía negar que me pesaba hacerlo. Era demandante.
Aparté la mirada del montón de hojas que estaban esparcidas sobre la mesa y bajé un poco la tapa de mi laptop para permitirme verlo.
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Bajo la luz
RomanceAquellas personas que estén unidas por el hilo rojo están destinadas a convertirse en almas gemelas, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias en las que se encuentren, están destinadas a vivir una historia valiosamente vital. Puede que n...